Vivir a mil por hora, el mal de los apurados que no disfrutan del presente

La paciencia es una cualidad humana muy importante. Sin embargo, las personas apuradas quieren las cosas ya, aquí, ahora y sin pérdida de tiempo. Si tenés un chisme que contar, no hagas esperar hasta mañana a tu amigo acelerado. ¡Lo vas a angustiar!

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Las personas apuradas son aquellas que viven a mil por hora y, mientras llevan a cabo una actividad, ya están pensando en la siguiente. Cuando van a poner su comida en el microondas, lo peor que le puede pasar a un joven acelerado es ver el minutero del aparato, pues lo único que quiere es agarrar sus alimentos para poder saborearlos al instante.

El apurado quiere que todo ocurra tan pero tan rápido que suele ser una tarea súper difícil para él escuchar que otros le están comentando algo. Por eso, interrumpen a su interlocutor en cada frase para incitarlo a que se apresure más y termine de una vez por todas su relato.

La mejor forma de preocupar a un ansioso es decirle: “Mañana tengo que contarte algo muy importante”. Con estas simples palabras se puede lograr que la gente apurada caiga en un pozo de desesperación y no logre pegar un ojo en toda la noche.

Para los ansiosos, el tiempo es una tortura, pues no viven el presente, sino en el futuro. Por eso, algunos son un peligro en el volante. El lapso que esperan para que el semáforo cambie de rojo a verde les llena de impaciencia porque, mientras esto ocurre, solo piensan en meter el pie hasta el fondo del acelerador y llegar a su destino.

Si tenés muchas ganas de ver una película y conocés a un joven así, será mejor que te alejes de él, pues te va a arruinar el final y los detalles más significativos del filme. Seguirles una conversación también puede ser muy complicado, porque su discurso no respeta el orden de introducción, desarrollo y desenlace, sino que empiezan por lo último y los argumentos se entremezclan entre sí.

Las personas apuradas suelen ser responsables con sus obligaciones y tratan de cumplir con ellas en el menor tiempo posible. Sin embargo, su actitud les hace vivir en constante tensión en forma permanente. Es recomendable que le bajen dos rayitas a su intensidad y se tomen con calma algunas situaciones diarias, disfrutando de las cosas del presente, sin echarlas a perder debido a la precoz preocupación por el futuro.

Por Viviana Cáceres (18 años)

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