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Hay personas a quienes les gusta llamar la atención, ya sea por su forma de vestir o por hacer cualquier cosa que atraiga la mirada de la gente. Pero también existen otras que atraen la curiosidad de los transeúntes sin tener esa intención. Caminar por la calle con los auriculares puestos y ejecutando una guitarra imaginaria son los ingredientes perfectos para que te miren raro adonde vayas.
“Este muchacho está loco: habla solo y hace gestos extraños” es lo que seguro piensa la gente cuando te ve por la calle cantando con emoción y ejecutando una guitarra inexistente, como si fueras Slash o Jimmy Page. Pero lo que esas personas no entienden es la pasión que te transmite tu canción favorita y la piel de gallina que te produce escuchar el solo de November Rain o de Stairway to Heaven.
Sin embargo, esos recitales no se dan solo en la vía pública, sino también en los colectivos; si viajás sentado, la persona que se coloque a tu lado debe prepararse para “disfrutar” de tu mini concierto. El piso del bus, el asiento que está frente a vos o incluso tus piernas pueden convertirse en elementos perfectos para improvisar como “batero” en pleno bondi. Ah, el clásico movimiento de la cabeza, es infaltable al escuchar la batería de Slipknot.
Lo más probable es que seas de los que no tienen la bendición de poseer una voz angelical; no obstante, eso no es impedimento para cantar o al menos tararear tu canción favorita en público. La cosa se complica para tus “oyentes” si es que sos fanático de Queen o de AC/DC. Intentar imitar la ópera rock de Bohemian Rhapsody o querer sacar tu voz igual a la de Brian Johnson en Back in Black ha de ser una tortura para todo aquel que te escuche hacerlo.
Seguramente, alguna vez escuchaste decir que “la música es el alimento del alma”; pareciera ser que esa expresión es demasiado acertada. Escuchar a tu banda favorita te da una gran satisfacción y alegría y, de tanta emoción que tenés, la expresás de maneras “alocadas” que llaman la atención.
Que no te importe que la gente te mire extraño. Tené en cuenta que la pasión por la música no es para cualquiera y la emoción que sentís al escuchar esa canción que te hace tan bien no se puede expresar con palabras; por eso, te pasás tocando una guitarra que no existe o golpeando cosas como si fueras el mejor baterista del mundo.
Por Brian Cáceres Verón (17 años)