Somos expertos en juzgar al otro e ignorar nuestros propios errores

Cuando alguien comete un error, enseguida emitimos juicios en su contra, sin importar las circunstancias en que se dieron los hechos ni los sentimientos del otro. ¿Te pusiste a pensar en que vos tampoco sos la encarnación del Dios Perfecto?

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Hace unos días, se hizo viral el video de la modelo paraguaya que tuvo una equivocación en el Miss Supranational. Cuando los presentadores llamaron a la representante de “Poland”, nuestra compatriota se equivocó y salió a desfilar en la pasarela. Después de este error, los comentarios negativos no se hicieron esperar en las redes sociales.

La joven recibió una infinidad de críticas: “¿Cómo no maneja el inglés para una competencia tan importante?” y el famoso “Paraguay jeyma pasa pelada”, fueron algunas de las opiniones que lanzaron los internautas. Es evidente que, cuando se trata de juzgar y señalar los errores de los demás, las personas no pierden tiempo.

Los ciudadanos se conviertieron en jueces y sentenciaron a la chica sin ponerse a pensar que pudo haber estado bajo mucha presión y le ganaron los nervios, hasta el punto de no escuchar bien lo que se dijo. Sabemos que es representante de nuestro país y tiene que comportarse de la manera más competente posible, pero también es cierto que es un ser humano; por tanto, errar es parte de su naturaleza.

Muchos ignoran las circunstancias en que se dan los acontecimientos y solo juzgan sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. Es muy fácil señalar las equivocaciones de otra persona, pues no vivimos lo mismo que ella, no sabemos lo que pasa por su mente y, por ende, no dimensionamos el daño que le podemos hacer con nuestras opiniones malintencionadas.

Lo peor del caso es que, en lugar de hacer críticas constructivas, nos vamos de mambo y decimos cómo deben ser las cosas sin conocer todas las aristas de la situación. Sin embargo, cuando son otros los que señalan nuestras equivocaciones y nos juzgan, nos ofendemos y ponemos cara de indignación. Aunque sea cliché, tené en cuenta esto: no hagas a los demás lo que no querés que te pase a vos.

En lugar de juzgar a los otros, mirate a vos primero, porque nadie es perfecto. Por otro lado, atendé lo que vas a decir de los demás, pues cada persona está librando una batalla por mejorar y no deberías lastimarla con tus comentarios despectivos. Vivir es aprender y nosotros, como humanos, tenemos derecho a equivocarnos en nuestro proceso de aprendizaje.

Por Viviana Cáceres (18 años)

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