Cargando...
“Hay de todo en la viña del Señor” es una popular frase bíblica que puede adaptarse perfectamente al contexto de las redes sociales; no todo es color de rosas en el océano digital. Mientras muchos buscan socializar y tener contacto con el exterior, otros utilizan su perfil de Facebook o Twitter para dar un nocaut a la dignidad de los internautas.
En los cuentos de hadas y en la mitología nórdica, los personajes más despreciados son los trolls, reconocidos por su apatía, pues espantan a todo aquel que se interponga en su camino. ¿Podemos afirmar que estas criaturas no existen? Basta hacer un recorrido en internet para darnos cuenta de que no se extinguieron, sino que evolucionaron en locos con teclados.
Trolls y haters son términos empleados para calificar a los internautas que utilizan sus redes para insultar, difamar y, en el peor de los casos, acosar sexualmente. Muchas celebridades luchan a diario con estos individuos, ya que en los comentarios de sus publicaciones podemos distinguir dos fracciones: los fans incondicionales que ovacionan con expresiones de admiración y los que insultan con mensajes subidos de tono.
La pequeña y significativa diferencia entre trolls y haters es que los primeros buscan provocar y hacer burlas sarcásticas sobre temas agudos como la religión o la política, mientras que los segundos son más agresivos y diseminan su odio con comentarios obscenos. De ahí el término “hater”, palabra inglesa que significa “el que odia”.
No basta ser una superestrella o un influencer para verte libre de estas desagradables situaciones. Con frecuencia, las mujeres reciben mensajes groseros en sus fotos y, en el Messenger, son acosadas con propuestas indecorosas. Los haters son los nuevos villanos de Internet, ya que ellos encuentran en las disputas absurdas, su remanso de placer. Por otra parte, los trolls son más “inocentes” porque solo se limitan a burlarse y reciben como recompensa, un bloqueo.
Últimamente, la mayor actividad digital gira en torno al Twitter, una red social que puede convertirse en un verdadero campo de batalla cuando se debaten temas polémicos de interés general. Lejos de defender una postura y refutar las ideas contrarias con argumentos sólidos, algunos insultan a los demás con vocabularios nefastos. En filosofía, eso se conoce como “falacia ad hominem”.
Se suponía que las redes sociales fueron hechas para interactuar con nuestros seres queridos y mantenernos al tanto de lo que sucede en el mundo. Los trolls y haters vinieron para arruinar ese sueño digital, ya que son capaces de destruir sentimientos con un simple post o tipeo.
Por Víctor Martínez (19 años)