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20 años atrás, al mirar hacia el futuro, todos imaginaban que las fascinantes tecnologías, el anhelado progreso, los avances científicos, las buenas políticas y la economía estable abrazarían al mundo a estas alturas. Sin embargo, la realidad de nuestra soñadora Sudamérica parece caminar sobre un mareante espiral, pues se encuentra dando vueltas alrededor de ciertos puntos nada agradables: conflictos políticos, económicos y sociales.
En los últimos años, Argentina no justamente bailó al son del tango, sino que ha estado atravesando uno de sus peores momentos. Por un lado, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, la economía de este país alcanzó un nivel de caída del 2,6% interanual, como consecuencia de una crisis que estalló con la inestabilidad del mercado cambiario, la cual, a su vez, fue producto de una reversión de flujos, una sequía que había azotado al campo argentino y otros factores.
Igualmente, el vecino país recibió el 2019 con un nivel de pobreza que llegó al 32%, una inflación que acumuló un alza del 47% en el 2018 y una tasa de desempleo que ronda por los 9,1%, equivalente a unas 1.185.000 personas sin trabajo. Además, la crisis argentina se deja ver, según testimonios de los ciudadanos, entre costosos productos de la canasta familiar, bajo valor del peso, subsidios eliminados por el gobierno de Mauricio Macri y una enorme deuda con el Fondo Monetario Internacional, la cual ronda los 56.000 millones de dólares.
Por otra parte, el hogar de sueños y gloria, como expresa una poetisa argentina, se encuentra actuando de escenario de huelgas organizadas por la Confederación General de Trabajo; los protestantes se manifiestan en contra de la política económica de Macri. Es así que, al parecer, el sol que se posa en la bandera de Argentina no está brillando a favor de sus pobladores; sin embargo, muchos aguardan las elecciones presidenciales de este octubre para elegir a un gobernante que pueda sacar al país del hondo pozo en el que está.
Con el presidente de Venezuela, tachado de usurpador, Nicolás Maduro, y el líder opositor, titulado como presidente encargado, Juan Guaidó, el juego de tronos parece haber despertado en Venezuela, otrora principal exportador mundial de petróleo. Este país se encuentra sufriendo una crisis económica y política que “cuesta pensar en una tragedia humana de esta magnitud y que no sea producto de una guerra civil”, como dijo Kenneth Rogoff, profesor de economía de la Universidad de Harvard.
Hiperinflación devastadora, PIB en descenso abismal, más de tres millones de venezolanos fuera de su país, apagones que han dejado miles de saqueos, casas de estudio sin luz ni agua, productos con precios altamente elevados y crisis hospitalaria son, aunque resulte complicado creer, solamente algunos de los aspectos que describen la situación de Venezuela.
Por otra parte, indagando las teorías que señalan a los culpables, saltan títulos como la obstinación de Maduro, las medidas tomadas por Estados Unidos, la corrupción de los militares y la injerencia de países en asuntos internos de Venezuela; por tanto, resulta casi imposible establecer la causa de estos conflictos, debido a la diversidad de teorías.
Después de muchos intentos, tanto de golpes, levantamientos y resistencias, el jueves pasado se llevó a cabo un encuentro de mediación, impulsado por Noruega, entre representantes de Maduro y Guaidó. No obstante, no se llegó a ningún pacto ni acuerdo; así que, no se sabe con certeza cuándo terminará esta crisis que, más allá de las posiciones de izquierda, derecha o lo que fuera, está afectando a millones de personas.
Según el Ministerio de Economía, el gobierno del país de los carnavales redujo sus previsiones de crecimiento en 2019 de 2,2% a 1,6%, decepcionando las expectativas de muchos brasileños que confiaban en el actual primer mandatario, Jair Bolsonaro. Es así que, la economía de la nación de los exuberantes paisajes tampoco se encuentra desfilando por las pasarelas de la abundancia.
Por otra parte, el ultraderechista Bolsonaro ha sido blanco de críticas y, aún con el poco tiempo que lleva en el poder, su gestión se ve enredada entre juicios negativos. La caída de la Bolsa de São Paulo y la mínima, con respecto a la cotización del billete verde, de 4 reales, son ejemplos claros que describen el aire económico que Brasil está respirando en los últimos meses.
También, el mandatario desató el enfado de sus compatriotas al emitir comentarios con tintes racistas, machistas y homofóbicos, además de presentar el decreto que amplía la lista de personas que podrán circular armadas por las calles. En efecto, las manifestaciones, que salen a favor del excapitán del Ejército, han tenido lugar en las calles del país vecino, a fin de reiterar el apoyo de un considerable sector de la población a Bolsonaro.
El Lava Jato es una operación contra la corrupción, impulsada por la Policía Federal Brasileña. Esta garrafal red ha salpicado a casi toda América Latina, incluyendo a nuestro país. Por tanto, se puede mencionar esta medida como uno de los aspectos más llamativos de la historia del Brasil, pues los sobornos registrados, los lavados descubiertos y las personas sentenciadas, a causa de esta cadena de eventos ilícitos, son muchísimos; hasta el nombre de nuestro expresidente Horacio Cartes ha saltado en algunos casos relacionados.
Al igual que Argentina, Bolivia se encuentra a unos pasos de las elecciones generales y su actual presidente, Evo Morales, busca la tercera reelección; en efecto, muchos habitantes del país, con pancartas y banderas, manifestaron su indignación a través de varias protestas.
En cuanto a economía, la paz parece no sentir mucho apego hacia el territorio boliviano, ya que se ha declarado al sector sojero en estado de emergencia. Ante esta situación, el jefe de Estado subió la exportación a un 60%; “creemos que este es un importante apoyo para quienes se vieron afectados por la caída de precios en el mercado internacional”, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter.
Recordando la crisis emergente en Brasil, según analistas, Bolivia también podría sentir las consecuencias. Entonces, veremos si los problemas, que por cierto no alcanzan un nivel de gravedad demasiado preocupante, encuentran soluciones favorables.
Siendo uno de los países con mayor alfabetización, según las Naciones Unidas, y teniendo el título de uno de los territorios de Latinoamérica con menor Índice de Percepción de Corrupción, de acuerdo al estudio de la organización Transparencia Internacional, Uruguay se encuentra preocupado, ya que la crisis de Argentina y Brasil podría extender sus tentáculos y llegar a afectarlo.
En este sentido, la angustia se acrecenta, pues la economía uruguaya en el 2018 había crecido un 1,9%, frente al 2,7% de 2017, según afirma la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Por otra parte, la revista británica “The Economis” señaló que Uruguay está entre los regímenes con democracias más plenas.
Ahora, aunque muchos sean los aspectos positivos de este país, la inseguridad presente allí es percibida como el mayor problema a resolver, con un incremento de 45% de los homicidios en 2018 sobre 2017. Por otro lado, Uruguay tendrá sus elecciones internas muy pronto.
El cáncer de la investigación del megacaso Odebrecht, iniciado en Brasil y tratado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, junto con otros 10 países más de América Latina, extendió sus enfermedades, de sobornos y coimas, a muchos países. Colombia y, más aún, Perú están entre los involucrados con esta empresa constructora internacional brasileña.
Ante la maraña de descubrimientos, algunos expresidentes de Perú han sido encarcelados y uno de ellos se suicidó. Con relación a Colombia, el caso Odebrecht ha protagonizado varios sucesos pues, por ejemplo, el fiscal general Néstor Martínez es sindicado por encubrimiento. Además, el auditor de una obra Jorge Pizano y su hijo han perdido la vida “extrañamente”, como rumoran los medios.
Sí, toca abarcar los conflictos de nuestro querido suelo guaraní y la palabra corrupción, tal vez, representa el concepto englobador de todas las preocupaciones de los paraguayos. El nepotismo, las malas gestiones de las instituciones públicas, el tráfico de influencias y el enriquecimiento ilícito conforman el listado de afecciones que enferman a nuestro país. No obstante, las manifestaciones y la presión ciudadana han demostrado ser opciones viables para acabar con quienes solo ocupan un lugar en las instituciones públicas para bien de sus intereses.
“Nuestro país sufre de una crisis de honestidad y, a pesar de que no contamos con problemas extremadamente grandes, frente a otros países, en algún momento puede que la gente se canse y esto estalle”, comenta Marcos Cáceres, subjefe de la sección política del diario ABC Color. Además, el periodista deja entrever que las únicas medidas factibles a poner en práctica son las buenas elecciones de nuestros representantes, la conciencia ciudadana, varias reformas en cuanto a salud, educación, etc.
¿Qué tal con nuestra economía? La Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos reveló que en el país existen 252.735 desempleados y 262.700 personas en ocupaciones precarias. Asimismo, la estimación del crecimiento del PIB disminuyó a 3,2 del 4% que se esperaba, lo que significa que la sequía y el menor dinamismo de varios sectores, ya sean del comercial, industrial y de las construcciones, nos están pasando la factura.
Por otra parte, varias ciudades de la patria de la polca kyreʼỹ se encuentran soportando los efectos de la crecida del río Paraguay, haciendo que muchos compatriotas dejen sus casas, vivan de forma precaria y, prácticamente, cohabiten con el miedo a las lluvias y tormentas. El Ministerio de Salud informó que, en Asunción, ya son más de 13.200 las familias afectadas.
Volviendo a lo político, la administración de Abdo Benítez parece no haber arrancado aún; existen muchas promesas y se anuncian proyectos, pero en la realidad no hay acciones positivas que valorar.
Así pues, nos toca seguir soñando con los progresos y trabajar por convertirlos en realidad.
Reportaje de Andrea Parra (19 años)