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Al parecer, los valores y los buenos hábitos de nuestros familiares antepasados no están dando sus frutos en muchos jóvenes de la generación actual; se perdieron las costumbres que, anteriormente, eran fundamentales para aquellos abuelos y tíos estrictos. La pregunta es: si seguía estando aquel familiar riguroso y conservador, ¿le permitiría levantarse a las diez de la mañana a un joven?
La diferencia de aquellos debutantes de la vida adolescente de, al menos, 20 a 30 años atrás es abismal con los jóvenes de la actualidad. Comúnmente, ese padre o abuelo disciplinado era fiel creedor de aquella máxima “al que madruga, Dios le ayuda”; ni en su otra vida hubiera permitido que su hijo o nieto trasnoche en una farra y luego esté de resaca durmiendo mientras la familia se reúne el domingo.
Costumbres tan importantes en generaciones anteriores de adolescentes, como ir a la iglesia a cada inicio de semana por la mañana y luego pasar el día entero con los abuelos o ayudar a los familiares en los quehaceres fundamentales de la casa, se encuentran, prácticamente, ausentes en los jóvenes de la actualidad.
Un muchacho o una chica de hoy día, al darse cuenta de que sus padres son pudientes, automáticamente cambia su chip a modo vividor y depende netamente de lo que le puedan ofrecer sus padres.
La confusión en la que entran los padres regularmente es el pensar: “Mi hijo no tiene que pasar por todas las carencias que yo viví”, entonces, la estabilidad económica que brindan papá y mamá se convierte en derroche de todo lo material, como llenarle de comodidades, omitiendo así totalmente aquella costumbre de que todo lo que realmente tiene valor es lo que se consigue con el propio sudor de la frente.
En épocas anteriores, un adolescente se veía obligado a cumplir tareas como mantener limpia y ordenada la casa, vigilar el hogar, saber cocinar, al menos, los platos básicos, estar al día en los estudios, tener un buen promedio de notas, trabajar formal o informalmente, entre otras labores.
Varios “hijos de papi” no conocen buenos e importantes hábitos, por sobre todo no saben lo que significa ser servicial. Lo material y la libertad, en algún momento, van a tener que depender de uno mismo y los adolescentes deberían tener bien en claro que los miembros de la familia y la sobreprotección no son eternos.
Por Ricardo Núñez (19 años)