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Muchas personas están acostumbradas a callar incluso cuando ven que existen ciertos casos de corrupción en el país. Algunos prefieren decir “peichante voi” o “mba'e piko che asolucionata la problema” cuando ocurren hechos que afectan a la ciudadanía, pero se indignan al enterarse que suceden actos menores y sin mucha importancia.
Días atrás, un programa gastronómico argentino bautizó a nuestra comida tradicional, la chipa guasu, como “choclotorta”. A raíz de esa noticia, la gran mayoría de los compatriotas se molestaron y empezaron a bajarle la caña al cocinero por llamar de esa manera al menú paraguayo; los memes tampoco faltaron.
No solo las personas se indignaron por el nombre “choclotorta”, sino también por el cambio de otras comidas nacionales como llamarle chipa rellena de carne o chipanada al famoso chipa so'o y nombrar omelet de almidón al alimento más conocido como mbeju.
¿Qué hacemos cuando los gobernantes siguen robando, los delincuentes andan sueltos, ocurren violaciones, los colegios se caen a pedazos y no hay medicamentos en los hospitales? La respuesta es simple, pues no actuamos como se debe ante estas falencias. Ah, pero cuando algo pequeñito nos afecta en lo sentimental, nos levantamos todos y nos plagueamos tecleando.
Sabemos que existen cosas más importantes de que preocuparse; la inseguridad, la corrupción, el desempleo, falta de medicamentos y una educación en ruinas son problemas que deberían interesarnos más y, por esa razón, actuar de inmediato para que la situación mejore, sería clave.
¿Qué debería importarnos más? Que no puedas salir de tu casa por miedo a que te maten en un asalto o que le llamen de otra manera a nuestro menú tradicional. Es lógico que lo primero es fundamental, pero a pesar de eso, muchos actúan de otra manera y brindan mayor interés al vyrorei.
Mientras nos plagueamos por el boom del momento, muchas personas se encuentran sufriendo en los pasillos de los hospitales y otras estudiando bajo un mango. Dejate pues de darle interés a las cosas pequeñas e irrelevantes, ya que existen peores situaciones que nos afectan diariamente.
Por Mónica Rodríguez (19 años)