Fanatismo, un sentimiento perjudicial que parece inofensivo

Muchos creen que ser de Olimpia y no querer ponerse la camiseta de Cerro es algo inofensivo. Sin embargo, ciertos sucesos cotidianos demuestran que el fanatismo descontrolado hace cometer a las personas acciones perjudiciales e incorrectas.

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El fanatismo, para muchos, es una enfermedad que lleva a cometer ciertas acciones que no son correctas. Sin embargo, hay personas que creen lo contrario y opinan que es algo inofensivo que se relaciona con la pasión y el amor hacia un equipo de fútbol, una ideología o una religión, entre otras cosas.

La realidad cotidiana demuestra que el fanatismo no controlado nos ha ocasionado muchos perjuicios, ya sean físicos, económicos u otros. En nuestro país, es constante escuchar que en cada encuentro futbolístico hay una o varias peleas entre hinchas de diferentes equipos; incluso, algunos llegan al extremo de quitar la vida al contrincante.

Sin dudas, el fanatismo no controlado es una situación psicológica en la cual nos sometemos por completo a un sentimiento que creemos que es normal e inofensivo. Por ejemplo, pensamos que la persona que más quiere o ama a un club de fútbol, es aquella que más cosas tiene relacionadas al equipo como tatuajes, banderas, camisetas, etc.

En otros ámbitos, como en la política, también solemos ver situaciones que parecen no ser correctas ni ideales. Algunas personas que son fanáticas extremistas de un partido político viven cegadas y piensan que su agrupación es la única digna y las demás no valen nada. Esta postura es la que, casi siempre, nos lleva a elegir a gobernantes por el color y no por su capacidad.

Por otra parte, especialistas creen que, psicológicamente hablando, el punto de vista de la persona apasionada es desarrollado por la ansiedad de estar segura de algo que siente inestable. El psicoanalista Sigmund Freud afirma que a través del fanatismo el hombre busca solamente su felicidad.

Muchos creen que una persona muy apasionada debería ser tratada ya que sufre de una enfermedad. Sin embargo, el problema no es ser fanático, sino llevar esta situación a extremos, como matar a una persona por no coincidir con tus ideales o por ser de un equipo de fútbol adversario.

Por Joaquín Tandé (18 años)

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