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Todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, nos proponemos concretar una meta o algo que tanto anhelamos, pero grande es la sorpresa que uno se lleva cuando, a mitad de año, aproximadamente, se da cuenta de que esas promesas jamás fueron cumplidas.
Los mayores testigos de esta declaración son los amigos, compañeros de facultad o colegio, familiares y, por sobre todo, aquel o aquella best friend, que suele ser la primera persona a quien confesaste tu gran promesa.
Todo suele comenzar en la fiesta de año nuevo. En la víspera, uno se llena la cabeza de promesas e incógnitas, como “este año sí voy a tener buenas calificaciones” o “¿será que el año que viene por fin voy a adquirir esos zapatos que tanto quiero?”.
El padre de todas las promesas incumplidas es “este será mi año", bueno, hay personas que sí se lo toman en serio y arrasan con todo lo que se proponen, pero existen otras que ni bien comienza enero y ya se encuentran con un desamor, un desempleo, problemas familiares, entre otros malos momentos.
A pesar de tantos inconvenientes, la vida sigue y uno tiene que avanzar pase lo que pase. Pero, justo cuando estabas a punto de superar tus innumerables fracasos, aparece ese familiar, compañero de facu o mejor amigo para decirte: “che, vos me habías dicho que este iba a ser tu año", momento en que preferís que te trague la tierra antes que contestar.
Otros de los expertos en promesas incumplidas, aparte de los políticos de nuestro país, son los padres, ya que garantizan viajes, objetos materiales o cualquier otra cosa de valor para que sus hijos se porten bien, se destaquen en todo lo que hacen y, por sobre todo, tengan un excelente año electivo.
Seguro en tu vida conocés a esa persona que no para de alardear promesas: “estoy a punto de comprarme el vehículo 0 km”, “trabajo en un nuevo proyecto para tener mucho más dinero" o “ya verás que mi crush será mi novio o novia este año".
Así que, no sería una mala idea empezar a “fabricar tu suerte” como dice el Dos Caras, Harvey Dent, de la película Batman, para concretar tus grandes anhelos y metas, antes que ir alardeando por ahí que vas a hacer o adquirir algo, cuando no tenés ni las mínimas posibilidades de concretar tu deseo.
Por Ricardo Núñez (19 años)