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No es una cámara oculta que busca captar tu cara de fastidio cuando los doctores te derivan a otro hospital porque no hay insumos para atenderte, sino la mismísima realidad de la salud en el país. Los profesionales de blanco, muchas veces, no tienen otra opción que intentar hacer milagros en medio de varias carencias y pacientes.
Si es que no contás con seguro médico, pasás directamente a las manos de la suerte. Por más de que hacer recorrer a un enfermo un lugar tras otro vaya en contra del sentido común, si éste no encuentra la asistencia adecuada debe deambular por ahí buscando atención, como si estuviese pidiendo un favor, cuando en realidad es su derecho recibir cuidados en cuanto a salud.
La aventura comienza cuando hay que ir a sacar el número para que te atiendan; esta vez, el dicho “al que madruga Dios le ayuda” queda desmentido, porque, de todas formas, ir temprano al hospital no te garantiza nada de eficacia y rapidez en la consulta. Asimismo, sos más que bendecido si es que en el mismo nosocomio adonde fuiste podés hacer tus análisis y contás con los medicamentos que te recetaron.
En el caso de que existan equipos modernos en los centros de salud, no siempre los funcionarios están capacitados para utilizarlos; entonces, los aparatos solo quedan como bonitos adornos. Por otro lado, es cierto que varios médicos hacen de todo para ayudar a los pacientes, pero si cargan con toda una infraestructura inservible en las espaldas, es comprensible que el servicio no sea óptimo, y ellos no siempre tienen la culpa, sino una población sumisa y un Gobierno corrupto.
Es innegable que si uno cuenta con buenos ingresos económicos optará por pagar un seguro médico privado, pero quienes no, seguirán intentando encontrar todas las piezas del rompecabezas por diferentes centros para conseguir un diagnóstico y un tratamiento adecuados.
Por Ayelén Díaz Chaparro (20 años)