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El escritor guaireño explica en las primeras páginas de “En busca del hueso perdido” que su ensayo de paraguayología recibe esa denominación debido a que el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia había pedido a un médico suizo de apellido Rengger que hiciera la autopsia de una persona. El dictador quería saber si el paraguayo acaso tenía un hueso de más que le impedía mirar de frente a los demás mientras hablaba.
La obra de Vera se nutre de ejemplos de la vida cotidiana para explicar esos aspectos más relevantes del modo de ser del paraguayo. Nos dice, además, que existe un país de gua'u y otro teete. El primero representa todo aquello que proyectamos a los extranjeros: el dulce idioma nativo, las polcas, los mitos y leyendas, una nación que se produjo de la unión de españoles y guaraníes, lugar en el que la sopa es sólida, entre otras características de nuestro pueblo. Sin embargo, detrás de esta fachada se encuentra la verdadera cultura paraguaya que nos permite entender el comportamiento de los habitantes de esta tierra.
En el ensayo, se habla de la manera en que el paraguayo mezcla el pensamiento mágico con la fe cristiana; “quemando una vela al santo mientras deja su tributo de ofrenda a karai pyhare”, es un ejemplo que aparece en el libro.
El autor también habla de una serie de “leyes”: la del mbarete explica cómo el paraguayo abusa del poder porque upearã omanda y detrás de él suben de nivel la pareja, los hijos, los padres, los hermanos y los amigos. En los escalones inferiores, se encuentran los ajúra galleta, quienes si bien no tienen autoridad, se encargan de endulzar el oído del jefe con frases como “ndéko remanda guasu” y “ajépa nepláta heta” a fin de ganarse su confianza.
Otras leyes como la del ñembotavy, el jepoka y el vai vai también ejemplifican el comportamiento del paraguayo en el día a día. Ojo, esto no sirve para generalizar; sin embargo, es casi seguro que al leer un solo párrafo de la descripción que Helio Vera hace de nuestra cultura, vendrá a la mente el rostro de algún amigo “serrucho” o “cepillero”.
Este ensayo es una forma muy rica de entender las costumbres paraguayas; al fin y al cabo, las galoperas, la chipa y el tereré solo son una partecita de todo lo que implica haber nacido en estos lares.
Por Viviana Cáceres (20 años)