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Lo más probable es que muchos de los que visitaron la Expo hayan ido por primera vez cuando estaban en el colegio con todos sus compañeros de curso o durante una salida familiar para aprovechar las vacaciones de invierno. La primera impresión puede parecer genial, ya que no es común para un adolescente recorrer un lugar tan grande, con una variedad de stands llamativos, algunos show en vivo y ver a muchos animales exhibidos, como si estuvieses en ese zoológico que nunca conociste.
Si es que tuviste la oportunidad, fuiste a esta feria agroganadera al año siguiente, pero sentiste una gran decepción al ver que todo era exactamente igual que tu visita anterior, entonces decidiste que ya no irías más. Según datos de los propios directivos de la Expo Mariano Roque Alonso, por segundo año consecutivo, se registró un descenso en el número de concurrentes en la atracción.
El director de Relaciones Públicas de la organización, Silvio Vargas Thompson, se excusó al decir que esto se debe a que “el salario mínimo ya no le alcanza” a la gente. Sin analizar que, actualmente, ir a la Expo es más aburrido que escuchar una transmisión de partido de ajedrez en la radio, por varias razones.
Primero que nada, tenés que ir hasta Mariano Roque Alonso y aguantar el tráfico, gastar tu tiempo intentando encontrar estacionamiento y toparte con un cuidacoches que te quiere cobrar un monto elevado por dejar tu vehículo en un espacio público, además de que es necesario que pagues una entrada para ingresar al recinto. Pero eso es solo la previa, porque una vez adentro, lo único que hacés es caminar y ver los mismos stands repetidos de las empresas con sus incontables publicidades por todas partes.
Decir que la gente no va a la Expo por falta de dinero es como creer que el paraguayo no toma cada fin de semana un cajón de cerveza porque “el sueldo mínimo no alcanza”. Es una falacia. Una gran mentira. Cuando una persona se siente atraída por un producto o servicio es capaz de endeudarse con tal de tenerlo o consumirlo.
Entonces, vale la pena preguntarse: ¿Para qué voy a ir hasta la Expo, aguantar el tráfico, a los cuidacoches, una multitud de gente, comida cara, actividades repetidas todos los años, cero innovación, si todo eso, a un precio más accesible, lo tengo en un shopping y no pago entrada? Es más, hay que tener en cuenta que el paraguayito promedio prefiere quedarse en casa hasta el último momento. Es más fácil organizar un asado con los perros, comprar las bebidas de una bodega, poner la música que te gusta y estar tranquilo en la comodidad de tu hogar.
Entonces, ¿cuál es el valor agregado que me da la Expo para que quiera dejar el sofá de mi sala? Hoy ese atractivo extra no existe, lo cual es la razón principal para que cada vez menos personas vayan a esta feria agrodanadera. Además, los organizadores deben enfocarse en decidir cuál va a ser el target del evento: los empresarios del agronegocio o el público de clase media en general, porque intentar mezclar a ambos en un solo lugar no es la mejor combinación.
Por Gonzalo Recalde (19 años)