Definitivamente, no estamos preparados para lidiar con los intensos temporales

Durante los últimos días, fueron constantes las precipitaciones de las intensas lluvias. Debido a las jornadas de mal tiempo, una vez más, nos queda claro que nuestra ciudad no está preparada en lo más mínimo para lidiar con los peligrosos temporales.

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Tenés que irte al trabajo o a la universidad pero no para de llover. Un paraguas no basta, también necesitas del “kit anti-raudal”: pilotín, sombrilla, botas de lluvia, bolsa para la cartera y los celulares y, de ser posible, algo que también te cubra la cabeza.

Prendés la TV, los informes climáticos anuncian intensas lluvias, ráfagas de vientos fuertes e, incluso, ocasionales caídas de granizo, casi de lunes a domingo. Entonces, estar preparado mental y físicamente para correr bajo la lluvia, esquivar las grandes salpicadas de los rodados, evitar los resbalones y, que vos y tu cartera o mochila se empapen de agua, atender que tu sombrilla no se la lleve el viento, etc., son primordiales para lidiar con las jornadas lluviosas y los raudales.

Arribando a tu destino, como un trapo mojado, uno se pone a pensar: ¿y si me compro una lancha para llegar más temprano al trabajo? Increíblemente, los colectivos y los automóviles casi pasan a convertirse en submarinos; la mitad de los rodados quedan bajo agua en los tramos con bajadas, donde se forman los enormes raudales.

Obviamente, las personas que viven en condiciones totalmente precarias también son las principales perjudicadas en estos días y noches lluviosas. Los temporales dejan varias secuelas: electrodomésticos descompuestos, camas mojadas, el piso rebosado de agua, algunas casas sin varias piezas del techo, etc. Por ende, muchos deciden evacuar y otros eligen arriesgar sus vidas por proteger su hogar y su terreno.

Ante estos casos, la respuesta que reciben estas víctimas de “la madre naturaleza” por parte del Estado ya todos conocemos: cuatro trozos de madera terciada por familia y, si tienen suerte, un pedazo de chapa para “reponer” el techo.

Queda más que claro que el ser humano es lo peor que le pudo haber pasado a la propia naturaleza. Tirando los residuos al raudal, arrojando las botellas de plástico o vidrio en cualquier parte, estamos contribuyendo a la creciente contaminación del medio ambiente. Estos avasallantes temporales, así como la inestabilidad del clima, se suman al envenenamiento ambiental y, por supuesto, a la inconsciencia de la gente.

Somos una nación de Tercer Mundo, eso es categórico, pero también queda claro que no estamos preparados ni en lo más mínimo para batallar en estos días de intensas lluvias; así que, ¡atendé que no te lleve el raudal!

Por Ricardo Núñez (19 años)

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