No es nada nuevo salir del colegio y ver a los estudiantes “solucionando” a golpes sus problemas; aquellos que creen que, dejando un moretón, se aprenderá la lección. Es irónico, porque vamos al colegio para aprender nuevas lecciones de los profes y no de las agresiones que surgen entre los compañeros o alumnos de la institución.
“Dejate que, porque a la salida vas a ver” es una de las advertencias que se suele escuchar antes de una pelea o un “mano a mano”, como se le dice; no puede ser más lamentable que, nosotros mismos, sigamos empeorando la educación con acciones salvajes. Días atrás, por ejemplo, un caso de agresión entre alumnos del colegio San José dejó a un joven de 15 años herido, durante la previa de un torneo.
Estos hechos nos hacen pensar: “¿A qué edad realmente maduramos?, ¿cuál es la necesidad de golpear al otro?”. Mientras que tus padres trabajan, creyendo que estás estudiando, había sido te estás moqueteando. Imaginate que el sacrificio de mamá y papá cueste 10 días de suspensión o, peor, tu expulsión, ¡qué orgullo serías para ellos!
Lo peor es que, a veces, las discusiones no se generan por las notas ni los libros perdidos sino por causa de la novia del otro, pues los “celos del macho” hacen que algunos pretendientes se queden con chichones y moretones.
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Los estirones de cabello y uñas rotas no se quedan atrás, pues en grupos de WhatsApp suelen circular videos de chicas estudiantes agarrándose a los golpes. No importa si el colegio es privado o público, cuando hay alumnos que no conocen algunos pequeños valores hogareños, que hacen la diferencia, como el respeto y la tolerancia, siempre habrá puños por las caras del otro y no diálogo en una mesa.
Sin dudas, a muchos alumnos les parecería ridículo sentarse como gente y hablar para solucionar un problema; tal vez, la rabia o la impotencia lleva a los jóvenes a los golpes. Sería casi utópico escuchar a un estudiante o a cualquier persona decir: “Che, vamos pues a dialogar para llevarnos bien”, pero no, como siempre, elegimos la manera salvaje y no la civilizada para resolver una cosa.
Nosotros, los estudiantes, hagamos la diferencia, por lo menos con nuestro comportamiento; no seamos la cereza de la torta, para que la educación complete su ineficiencia. A menos que tengamos un problema mental, comprendamos lo que está bien y lo que no. ¿A vos te parece correcto herir físicamente a los demás? ¡Peleemos, pero por una buena educación!
Por Ezequiel Alegre (17 años)
