Sin poder, influencia y el favor de un magistrado, no hay justicia

Desde condenas innecesarias hasta beneficios arbitrarios, las cárceles parecen ser para quienes no gozan del favor de un juez. Tal vez, la justicia paraguaya se rige por parámetros que únicamente existen en la mente de nuestros hombres y mujeres del derecho.

El exsenador Óscar González Daher y su hijo Óscar González Chaves, concejal de Luque, fueron beneficiados con una pausa en su prisión domiciliaria.
El exsenador Óscar González Daher y su hijo Óscar González Chaves, concejal de Luque, fueron beneficiados con una pausa en su prisión domiciliaria.ABC Color

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Simón Bolívar definía a la justicia como “la reina de las virtudes republicanas, que sostiene la igualdad y la libertad”; sin embargo, hay situaciones en las que la visión del prócer latinoamericano queda muy lejos de materializarse. En la práctica, algunos sistemas legales, entre los cuales se encuentra el nuestro, parecen flexibilizarse dependiendo del grado de influencia que tenga el acusado.

De esta manera, la lista de casos de injusticia se ha acrecentado en el transcurso del año. Un ejemplo reciente es el hecho de que el exsenador Óscar González Daher y su hijo Óscar González Chaves, concejal de Luque, fueran beneficiados con una pausa en su prisión domiciliaria. El permiso se sustenta, supuestamente, en la necesidad que tienen los procesados de salir a trabajar, otorgándoles la libertad de abandonar su hogar dos días a la semana, lunes y viernes.

Pese a que las acusaciones de asociación criminal, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito llovieron desde 2017 sobre estos dos personajes de la política paraguaya, los beneficios no cesaron. En principio, la petición de permiso para salir a trabajar fue rechazada por la jueza Cándida María Fleitas, ya que no se había especificado a qué se dedicaría el exsenador.

No obstante, esta semana, el magistrado Humberto Otazú concedió a Daher la mencionada autorización. Mientras que su hijo ya había sido beneficiado con la medida tiempo atrás.El caso Daher es solo un nuevo ejemplo de nuestra carenciada justicia. En los últimos meses del año, se ha graficado de varias maneras que las condenas no son dadas precisamente en base a la gravedad de los delitos, sino que dependen de factores relacionados a la persona que los comete, como su posición económica, influencia política y otras cuestiones sociales.

En este sentido, uno de los ejemplos más sonados acerca de la parcialidad de la balanza de la justicia fue el caso de un expolicía condenado a 10 años de cárcel por haber abusado sexualmente de su hijastra. Los magistrados que llevaban el caso dejaron en libertad a los cuatro años al exoficial como voto de confianza por ser un “buen muchacho”.

Por otra parte, condenado a cinco años de prisión por producción de cannabis medicinal, Édgar Martínez Sacoman sufrió el peso de la justicia debido a que utilizó sus conocimientos para ayudar a otros que necesitaban del producto como medicamento. Así, contrastando el turbulento proceso legal que tuvo que enfrentar Sacoman con los demás casos mencionados, parece que hay dos caras de la ley: una que libera al poderoso y otra encarcela al humilde.

Por Belén Cuevas (17 años)

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