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“Si todos los políticos son iguales y hacen prevalecer sus intereses por encima de las necesidades del pueblo, ¿por qué es tan importante votar en las elecciones generales?” es una alocución algo desgastada, pero muy pronunciada por los jóvenes cuando se trata de cuestiones que giran en torno a la política. En efecto, nacen las dudas de si los chicos y chicas tienen un interés real de votar o inmiscuirse en asuntos que afectan a la convivencia pública.
En las elecciones del 2018, de acuerdo a los datos del Registro Cívico Permanente, la población de 18 a 29 años sumaba un total de 1.370.332 votantes registrados, capaces de inclinar la balanza a favor o en contra de cualquier candidato presidencial. No obstante, ¿cuál fue el porcentaje de chicos que votaron en ese momento? Solo un 14% de jóvenes sufragaron, según el informe de la ONG Acción Paraguay.
Asimismo, datos del Tribunal Superior de Justicia Electoral revelaron que, en las elecciones del 2013, el sector juvenil fue el más abstencionista, con una participación del 21%. "El hombre es un animal político", dijo Aristóteles, en uno de sus libros, pero ¿por qué algunos prefieren mantenerse al margen de la política, mientras que otros participan, lideran proyectos, organizan actividades y exigen cumplimientos de los derechos?
EN LA BOLSA DE LA CORRUPCIÓN
¿Cuál es la diferencia entre un derechista y un izquierdista? ¿Por qué se considera conservador a un partido y a cuáles se conoce como disidentes? ¿Acaso no son todos iguales, pero con nombres diferentes?; estos cuestionamientos no están alejados de la realidad de muchos jóvenes, quienes actúan indiferentes ante la política del país. La mayoría de nuestros representantes entra en la bolsa de la corrupción, por lo que supuestamente no vale la pena votar pues, al final, “ambos candidatos son fotocopias”.
¿Es el descontento, generado por los funcionarios públicos, lo que influye en los jóvenes para que estos no participen en la política? Por un lado, según informes del 2018, realizados en la Universidad de Flores, los estudiantes argentinos piensan en la política como algo negativo para el pueblo. Por otra parte, en 2017, solo el 26% de los jóvenes chilenos se sintieron identificados con un partido político, de acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud.
A su vez, los datos del instituto Datafolha, centro de investigaciones de Brasil, dieron a conocer que el 29% de los jóvenes brasileños, entre 16 y 25 años, declararon tener mucho interés de participar en la política, ya sea disputando elecciones o asumiendo un cargo de gobierno. Definitivamente, un joven se guía por los ejemplos que recibe de sus autoridades; entre la corrupción y los malos manejos administrativos, la población juvenil, tal vez, solo siente repulsión hacia el quehacer político.
LOS FAVORES POLÍTICOS SIEMPRE PASAN FACTURAS
Los chicos y chicas marcan mayoría en el padrón electoral; sin embargo, para el sociólogo y analista Camilo Soares, estos jóvenes, afiliados o no, están desligados de la participación política. "Es importante involucrar a los jóvenes en la política, pero no se trata de eso; lo fundamental es averiguar qué los aleja y mejorar ese aspecto a fin de ver avances en su participación”, expresa el entrevistado.
“Cuando decimos a los jóvenes que son el futuro de la nación, estamos muy equivocados porque, siendo mayoría ciudadana, tienen el suficiente potencial para cimentar los cambios en nuestro presente”, manifiesta Camilo. El sociólogo afirma que nuestros representantes, acompañados de sus impunes fechorías, son los únicos ejemplos que los chicos toman del ambiente político y, por ende, lo ven como algo malo y se niegan a participar, ya que les resulta una pérdida de tiempo.
“También, muchos jóvenes piensan en que pueden realizar cambios en la política, empezando como secretarios de algún funcionario y, luego, cuando consigan algún puesto en la función pública, podrán cumplir sus objetivos, pero esto es un gran engaño”, dice Soares. El analista ratifica que, en la política, siempre se trata de cómo llegaste en donde estás y, por culpa de los “favores políticos”, que siempre pasan facturas, no es posible realizar los cambios planteados.
VOCES ACALLADAS Y REPRESIÓN JUVENIL
La participación juvenil carga con un largo historial que fortalece su importancia y su influencia a nivel nacional. Por ejemplo, para miles de jóvenes, la valiente marcha que guió a los estudiantes del Colegio Nacional de la Capital hasta el Palacio de López, siempre será la mayor prueba de patriotismo.
Era el 23 de octubre de 1931, buscando esclarecer la indefensión del territorio chaqueño ante el avance boliviano, una fila de alumnos se adentró en el Palacio, dirigiéndose al despacho presidencial, hasta que balazos de ametralladoras cobraron la vida de 11 estudiantes; por este motivo, José P. Guggiari delegó su presidencia a González Navero y fue sometido a juicio político.
En abril de 1976, se dio el intento más serio de crear una agrupación que desestabilice y ponga fin al régimen del dictador Alfredo Stroessner. Así, se creó la Organización Político Militar (OPM), integrando a varios jóvenes que deseaban terminar con el terror de la dictadura; no obstante, sin que la coalición de opositores tome suficiente fuerza, Carlos Brañas fue capturado y torturado hasta que revele la suficiente información acerca de la OPM y el régimen logró desmantelar la organización antes de que los miembros lleven a cabo alguna lucha armada.
Durante 1999, los jóvenes no estaban ajenos a la realidad política en la que se encontraba sumida nuestra nación y una explosiva manifestación se hizo presente durante el Marzo Paraguayo. De esta forma, en lo que se recordaría como la mayor gesta ciudadana de la historia, cientos de jóvenes se manifestaron frente al Congreso, expresando su repudio ante el desvergonzado asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, hasta que francotiradores oficialistas terminaron con la vida de siete chicos, cuya bravura quedó en la historia, así como el amargo logro político de ponerle fin al gobierno de Raúl Cubas.
Asimismo, en estos días todos fuimos testigos del gran movimiento realizado en contra del humillante tratado de Itaipú, pues muchos jóvenes manifestaron su repudio, llegando hasta Mburivicha Róga, donde fueron aprehendidos y golpeados por policías antimotines.
La participación juvenil en la política es uno de los pedidos más fervientes, pero ¿no resulta contradictorio que a la menor manifestación, la juventud sea reprimida y silenciada? Tal vez, esta sea una de las razones por las que los jóvenes mantienen la política fuera de su agenda.
EL TATETÍ DEL DESCONOCIMIENTO
¿Por quién votamos cuando elegimos a nuestros representantes? Según Israel Candia, vicepresidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía (UNA), el escaso conocimiento previo, a la hora de elegir un candidato, es lo que lleva a los jóvenes a participar como ciegos en la política. “Jugamos tatetí cuando debemos optar por algún candidato y, aunque muchas veces nos guiamos por su perfil, la falta de información acerca de su historial trae consecuencias”, expresa el joven.
Asimismo, Israel afirma que los centros de estudiantes o, en el caso de los colegios, los docentes mismos son los pilares para reforzar el interés de la población juvenil hacia la política. “Muchos ni siquiera diferencian las ideologías de cada partido y tildan a todos de corruptos con diferentes colores; esto embrutece la correcta preparación de los jóvenes, llevándolos a pensar que la participación política es una pérdida de tiempo”, menciona el estudiante.
“La incursión de los jóvenes en la política es muy importante y debemos sentirnos identificados con algunas figuras públicas. Un claro ejemplo es el de Lucas Lanzoni, el intendente más joven del departamento Central”, comenta Israel. El mismo recalca que, así como es necesaria la participación general de los jóvenes, también uno puede marcar la diferencia a través de manifestaciones que estén relacionadas con la realidad de nuestro país.
¿TODO DEPENDE DE LOS JÓVENES?
En cuanto a derechos y obligaciones, la participación política debería ser primordial en la vida de cualquier ciudadano, no solo para hacer cumplir sus necesidades, sino porque la construcción de una nación, presumiblemente estable y transparente, jamás sería posible con la deserción política de la población, sea esta joven o adulta. Entonces, ¿todo depende de los jóvenes? No. ¿Todo depende de los adultos? Tampoco. ¿La esperanza de un cambio se encuentra en las próximas generaciones? Para nada; entonces, ¿de qué se trata?
La cuestión principal es que todos nos involucremos y se abra camino para que, en especial, los chicos participen de la política, sin que sea necesario plantearse una y otra vez si esto es o no importante, pues ya los ejemplos son claros. Ahora, las represiones del pasado o incluso del presente actúan como detonantes para influir en la indiferencia juvenil; sin embargo, esto tendría que actuar como estímulo para saber qué aspectos cambiar en nuestra forma de hacer política y no para disolver las ganas de participación, tanto de los adultos como de los jóvenes.
Reportaje de Macarena Duarte (17 años)