Turistas, sencilla e increíblemente solo somos estrellas fugaces en esta aventurera vida. Vamos como pelusas blancas de un diente de león, recorriendo paradas, estaciones, entre otros lugares, buscando encontrar nuestros sueños, tratando de romper barreras y desafiándonos con distintas experiencias.
Desde la escuela, el colegio, un curso de inglés, un taller de música hasta un puesto de trabajo, cada grupo o espacio en el que compartimos, de cierta manera, representa un escalón y nada más, pues existe algo que nadie puede evadir: los cambios. Saltar de una etapa a otra, quizás, constituye una de las tareas más difíciles de cumplir, ya que las costumbres, los lazos unidos, las amistades ganadas y los instantes de risas, carcajadas y mágicos momentos no se destejen del corazón con una simple aguja de croché.
Por otra parte, "dos son los temores que pueden desencadenar una resistencia a los cambios: el miedo a lo desconocido y las dudas sobre la propia capacidad", expresa el psicólogo español Alfonso Ramírez Arellano. También, el especialista da un consejo diciendo, "una manera de conjurar el miedo es mediante el humor; si somos capaces de reírnos de nuestra propia sensación de angustia, la desdramatizaremos".
Ahora, nadie está completamente preparado para dejar un hábito, la adolescencia, la escuela, el colegio, la facu ni, como sucede en muchos casos, el país. Por tanto, comprender que los cambios son parte del crecimiento personal es ideal y no aferrarse a las cosas puede representar un factor positivo que nos beneficiará, a la hora de tener que cambiar el uniforme, dejar los portanombres y guardar los recuerdos en un pequeño cofre mental.
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A pesar de no ser una suma de dos dígitos, la quietud y la rutina de todos los días no regalarían ningún sabor a nuestra vida o ¿las películas serían lo mismo sin drásticos giros y ocurrentes variaciones? Puede que la respuesta sea un rotundo no; así que, animate a protagonizar una nueva historia sin miedo pues, como dijo Sócrates, “el secreto está en no enfocar la energía en combatir lo viejo, sino en construir lo nuevo”.
Por Andrea Parra (19 años)