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Quienes emiten opiniones sobre el tema del momento en parte lo hacen con argumentos técnicos o con cierto conocimiento de la situación, otros simplemente lo hicieron luego de todo lo que escucharon o leyeron y otros más, sin entender ni atrás ni adelante cómo es esa zona del país, lo que allí sucede, cómo se trabaja y lo que se produce.
Los ambientalistas y ecologistas dan a entender que quieren que el Chaco quede tal como está actualmente o que prácticamente se les pida permiso para hacer cualquier cosa en la zona. En parte tienen razón, en parte no.
En tanto que los productores de la zona saben perfectamente cuánto cuesta producir carne, leche y ni qué decir agricultura, sin que algún fenómeno climático les dé un golpe bajo. Pero también están obligados a cumplir la ley como cualquiera de nosotros.
Me decía un productor chaqueño: “¿Cómo yo voy a deforestar o pelar mi campo, o destruirlo, si es lo que me da de comer? Tendría que ser un tonto para hacer eso, nosotros estamos obligados a cuidar lo que tenemos, ¿a dónde vamos a ir si destruimos lo que tenemos?”.
De que hay zonas del Chaco en donde se han hecho deforestaciones sin control, está demostrado. La propia titular del Instituto Forestal Nacional, Ing. Cristina Goralewski, lo ha reconocido, pero de que esa zona del país esté a punto de convertirse en un desierto es mentira, repito, mentira.
Tanto instituciones del Estado como también Organizaciones No Gubernamentales, y productores de la zona que son los afectados, deben sentarse y hablar seriamente sobre el tema, con argumentos técnicos y científicos que den fin a esta situación, que parece querer poner como los malos de la película a los productores.
Voy a utilizar una parte del texto de un libro escrito por el Ing. Ronaldo Dietze que dice lo siguiente:
“Es necesario estar detrás de la búsqueda de un equilibrio económico, social y ambiental. Esto no es tarea fácil pues cada individuo se mueve en función a sus propios intereses, que son muchas veces contradictorios entre sí. Al dueño de un aserradero le interesa el bosque por su contenido de árboles maderables, al botánico le interesa tener en el bosque la mayor variabilidad de especies vegetales, al ambientalista le mueven las ganas de contar con una biodiversidad en un estado de clímax para observar y estudiar las interrelaciones y sus efectos en fauna, flora, etc. Al indígena le interesa el bosque como lugar donde desenvuelve su vida y la de su familia.
El interés de cada individuo y de cada grupo difiere uno del otro. La búsqueda y el encuentro de satisfacer al máximo a cada uno de los individuos o grupos de interés no es tarea fácil, y requiere de una enorme habilidad de negociación diplomática dentro del compromiso de mantener el EQUILIBRIO”.
Entonces, este tema no es fácil resolver, pero tampoco imposible.
Ahora, que la gente de la ciudad se ponga en contra de la gente del campo y viceversa, no es bueno. Todos necesitamos de todos, de una u otra forma, pero denigrar, insultar o culparse unos a otros no va solucionar nada.
Decir que el productor del Chaco es el culpable de que en Paraguay esté haciendo más calor últimamente es absurdo, y decir que todos los que viven en la ciudad son unos puercos y que disfrutan viviendo así, también es absurdo.
“Cambio de uso de tierra”, “Deforestación cero”, “Bosque prístino”, “Corredores biológicos”, todas estas frases muy utilizadas últimamente, creemos que se pueden conjugar de alguna forma, cada uno cediendo un poco a favor del otro, logrando un consenso y llegando a un equilibrio que podría desembocar en lo que realmente se necesita: producción con sostenibilidad, sustentabilidad y respetando el ambiente.