En la homilía, Mons. Gabriel Escobar habló de la corrupción que se ha vuelto casi cotidiana, erosionando la vida digna de las personas; de una educación que necesita ser integral y transformadora para permitir que los jóvenes tengan un futuro más alentador; de la inseguridad que golpea especialmente a las comunidades más alejadas; y de autoridades que, en muchos casos, ocupan cargos sin la preparación ni el compromiso que la ciudadanía merece.
El mensaje fue firme y directo, recordando que la fe no se desentiende de la realidad, sino que invita a trabajar por su transformación.
Este arranque de la novena confirmó, una vez más, que Caacupé no es solo un encuentro espiritual, sino también un espacio donde se hace eco del sentir de la gente. Los mensajes siempre buscan despertar conciencia y motivar a que, desde cada hogar, comunidad o institución, se impulse un cambio verdadero. Porque detrás de cada peregrino hay historias de lucha, de carencias, de sueños postergados y de una esperanza que, pese a todo, permanece viva.
La Virgen de Caacupé vuelve a reunir al país, no solo para agradecer y pedir favores, sino para mirar de frente las heridas sociales que persisten.
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Las voces de los peregrinos también marcaron estos días. Muchos compartieron, entre rezos, las dificultades que enfrentan a diario: la falta de empleo digno, la precariedad en los servicios de salud y el aumento del costo de vida que golpea con más fuerza a los sectores humildes. En medio de ese panorama, la peregrinación se convierte para ellos en un acto de resistencia espiritual, una manera de sobrellevar las cargas que el Estado no logra aliviar. Cada paso hacia la Basílica es para muchos, una súplica silenciosa para que las autoridades escuchen el clamor de un pueblo cansado pero todavía esperanzado.
Así, estos primeros días del novenario dejaron claro que la fe sigue siendo uno de los motores más profundos de la sociedad paraguaya. Caacupé vuelve a mostrarse como un espejo del país: un espacio donde convergen devoción, tradición y una fuerte necesidad de cambios reales. Si algo quedó resonando entre los presentes fue la idea de que no basta rezar; también es necesario actuar, exigir y comprometerse.
faustina.aguero@abc.com.py