Mientras se erigen torres cada vez más lujosas y elevadas en los barrios codiciados, el microcentro, el núcleo de la historia asuncena, exhibe una decadencia dolorosa. Y los barrios se van quedando sin plazas, sin parques, sin lugares públicos que reúnan a los vecinos para su solaz con seguridad.
La basura y los delincuentes de toda monta se adueñaron de esos espacios ante la indolencia de las autoridades y la impotencia de los pobladores. Asunción es cada vez menos amigable y se desurbaniza en forma alarmante.
Según el censo de 2012, tenía 529.000 habitantes. Hoy, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), le quedan unos 465.000.
En medio de este panorama, tenemos una administración municipal quebrada, sin recursos para obras. La mayor parte de sus ingresos va para salarios de los más de 9 mil funcionarios; miles de ellos, parásitos politiqueros. Absurdo para un municipio que puede funcionar con la mitad de esa planilla.
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Pero no es solo el parasitismo el que se lleva gran parte de los ingresos. En lugar destacado está la corrupción. Continúan las cajas paralelas. Pocos días atrás se conocieron audios y mensajes que revelaban cómo fiscalizadores municipales exigían pagos ilegales a comerciantes para evitar que actas de contravenciones llegaran al Juzgado de Faltas. Esa práctica evitaba que las multas ingresaran a las arcas comunales. Se las quedaban “los muchachos”. Una Municipalidad quebrada, económica y moralmente. sin posibilidades de lograr recursos genuinos (si no limpian la casa) para obras en el microcentro y en los barrios.
El jueves se aprobó el presupuesto hasta el 2028. La próxima administración no tendrá prácticamente capacidad operativa.
En este marco, emerge el electoralismo. Se habla de candidaturas, se exponen nombres, se comprometen apoyos, pero no aparece lo esencial: qué piensan hacer con Asunción.
A los colorados —acompañados siempre por liberales funcionales como Augustito Wagner y Félix Ayala— no les interesa Asunción como capital ni hábitat de su población, sino como fuente de negociados y como surtidor de salarios para sus parásitos; y, ahora, para tapar el agujero de Nenecho.
En la oposición hay una puja de candidaturas rayanas en el narcicismo y el mesianismo. Tampoco aparece un proyecto. El nombre sin proyecto dice poco.
No bastará con ganarles a los colorados. Qué ciudad harán es el tema. Cómo borrarán su dejadez, para que vuelva a ser Madre de energías ciudadanas y Cuna de la libertad para disfrutar de sus espacios públicos revitalizados y seguros.
Los asuncenos ansiamos que los politiqueros nos devuelvan la legendaria sencilla seducción de nuestra ciudad, a la que le robaron hasta la sonrisa.
nerifarina@gmail.com