Deuda pendiente en Ñeembucú

Desde la asunción de este gobierno se realizaron cientos de anuncios sobre obras importantes para Ñeembucú, entre ellas el mejoramiento de los caminos rurales con ripio y, en otros casos, la construcción de tramos asfaltados, como la ruta PY20, que une Yabebyry con Pilar. Sin embargo, hasta ahora todo quedó en simples anuncios.

En un intento de tranquilizar a la población, desde el año pasado el Gobierno Departamental desembolsó millonarias sumas a una ONG denominada Asociación Departamental Progresando Ñeembucú, para el mejoramiento vial en varios distritos.

Según el gobernador Víctor Hugo Fornerón (ANR), el trabajo realizado fue “espectacular”, porque —según dijo— el agua no afectó los tubos ni los caminos. Pero la realidad que viven los pobladores rurales dista mucho de ese discurso. De inmediato, enviaron videos y fotografías que contradicen al gobernador y muestran el verdadero estado de las vías.

En distritos como Laureles, Tacuaras, Guazucuá y Villalbín, los caminos siguen intransitables, convertidos en verdaderos lodazales tras cada lluvia, aislando a comunidades enteras y dificultando el acceso a escuelas, centros de salud y mercados.

Los pobladores son claros: no piden víveres ni asistencialismo. Reclaman caminos de todo tiempo, vías que les permitan trasladarse, trabajar y vivir con dignidad. Esa demanda refleja un sentido de prioridad y autovaloración que debería ser escuchado por las autoridades.

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Es triste ver a niños y niñas caminar kilómetros descalzos bajo el agua para llegar a las escuelas, como ocurrió esta semana en la zona de Piretu Cue, distrito de Tacuaras. También resulta lamentable observar a docentes que, en pleno siglo XXI, deben sortear caminos en pésimo estado para poder cumplir con su labor educativa. Estas imágenes reflejan una dura realidad que no puede seguir siendo ignorada.

El mal estado de los caminos rurales no solo evidencia la falta de mantenimiento, sino también la ausencia de planificación y control en el uso de los recursos públicos. Las maquinarias aparecen solo en época electoral y las obras, cuando se hacen, duran poco. Mientras tanto, el barro y el abandono siguen marcando el ritmo de la vida campesina.

Ñeembucú necesita caminos verdaderos, no promesas de ripio ni paliativos de emergencia. Porque sin caminos transitables no hay producción, no hay educación ni salud accesible. Y sin eso, el tan mencionado desarrollo seguirá siendo un espejismo más en el sur del país.

Basta de anuncios: es hora de comenzar a trabajar y poner en condiciones los caminos rurales, que siguen siendo una deuda pendiente con el pueblo ñeembuqueño.

edgar.vazquez@abc.com.py