Lo mismo que último modelo, novísima fórmula, reciente, actual, moderno, tecnología de punta, alta gama, ultra nuevo, pro y otros similares, encandilando a la gente y dejando en la boca un sabor de no-puedo-quedarme-atrás.
Si no consumo streaming, si no scrolleo, si no estoy al día con todas las novedades que me ofrece la IA, estoy al margen, obsoleta, cavernaria. Eso lo saben muy bien los pescadores de motivaciones inconscientes que sacan partido de esa necesidad de estar al día, tanto para imponer un producto, como para convencernos de las cualidades de un candidato político cuya promesa es que vamos a estar mejor. ¿Estamos mejor? Y por allí todavía hay gente preguntando cualquier tontería, sin considerar que una consulta a un modelo de IA generativa puede requerir entre 2 y 10 veces más energía que una búsqueda en Google.
La filosofía popular proponía renovarse o morir. Hoy la exhortación cobra tono de propaganda de aperitivo. Todo está por descubrirse en el cambio. Y cuando no es la publicidad, son las circunstancias las que mueven pisos y truecan decorados. Nuevas tecnologías, nuevos mecanismos, teorías y criterios diferentes, revoluciones y devaluaciones, lo insólito, lo brusco, lo imprevisto, nos demuestran hasta qué punto la estabilidad no es más que una simpática utopía. Tantas son las transformaciones cotidianas que, por ejemplo, poca gente sabe que generar una imagen a través de IA puede consumir entre 0,5 y 2 litros de agua. Se proyecta que la IA consumirá el 5% de la electricidad en América del Sur y el Caribe para el 2035. Es crucial utilizar fuentes de energía renovables para satisfacer la creciente demanda energética de la IA y mitigar las emisiones de carbono. Todo lo que hasta ayer era nuevo hoy empieza a ser antiguo. La nueva señora se convierte en la vieja. Teñirse el cabello o los reflejos de diversos colores pasó a la historia. La sofisticada laptop que compraste hace un año ahora no tiene repuestos porque un nuevo modelo salió al mercado.
Ojo que no todo lo nuevo es sinónimo de cambio para mejor. Ciertas renovaciones no hacen otra cosa que ajustar más los frenos del alma. Los conservadores, que hacen de la rutina una suerte de freezer vital, siempre están inventando coartadas como para que todo quede como antes. La postergación indefinida suele ser uno de sus recursos, así como las renovaciones bruscas y compulsivas son típicas del cambio efímero.
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Antes que el borrón y cuenta nueva vale integrar las experiencias pasadas con lo que imaginamos serán las nuevas, y por sobre todo no temerle al paso del tiempo y a lo que él pueda causarnos. Nunca me pregunto qué será de mí- dijo alguna vez Lord Byron – me basta con saber quién soy.
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