Tras las rejas

En Itapúa, las rejas ya no son un lujo arquitectónico, sino la frontera entre la vida cotidiana y el miedo. A diario, miles de personas sufren crímenes contra la propiedad y violentos, que van escalando en aparatosidad en Itapúa, manteniendo en zozobra a la población local y obligando al inocente a vivir encerrado.

La víctima, entonces, carga la doble culpa de ser la vulnerable y no haber hecho nada para evitar serlo.

El crimen organizado se apodera de la región sur, como un punto logístico estratégico principalmente para el tráfico de ilícitos, como armas, contrabando y drogas. La falta de acciones claras del Estado contribuye a que grandes extensiones sean prácticamente tierra de nadie. A diario los más vulnerables son víctimas de esta realidad, sumada a las adicciones que se hacen presentes en todos los barrios urbanos del departamento. No obstante, preocupa el crecimiento exponencial de violencia presente, como en el último caso de homicidio en que quemaron a un presunto criminal dentro de su camioneta en Cambyretá.

Según datos del Ministerio Público, entre el 2023 y el 2024 se evidencia una tendencia al crecimiento de hechos como hurtos, que pasó de 31.885 a 34.750 registros, como también en el caso de robos de 5.884 a 5.896. Entretanto, en Itapúa hasta el mes de julio, entre el 2024 y el 2025, se evidencia un crecimiento numérico en los casos denunciados de hurto especialmente grave (30); apropiación (449) y amenaza (447). También se mantienen iguales o similares las denuncias por homicidio doloso (35), lesión grave (25), hurto (1037) y robo (90).

Incluso, el Gobierno Nacional impulsó la instalación de la Fuerza de Tarea Conjunta del Sur, con base en Encarnación, pero que en números y cantidad de participación en la región, no significó cambios para el ciudadano común.

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En consecuencia, es común ver que las casas de la región cada vez optan por enrejar puertas y ventanas, como única respuesta a esta ola de inseguridad. Por un lado, la percepción de inseguridad urbana impulsa a los hogares a reforzar sus puntos de acceso más vulnerables. Se consideran una barrera física eficaz, ya que dificultan el ingreso forzado y actúan como elemento disuasorio visible.

Con el tiempo, las rejas han pasado de ser un signo de protección a integrarse en el diseño arquitectónico. En barrios de alta densidad poblacional, esta solución se percibe como una inversión necesaria y duradera. Así, la alta prevalencia de rejas en las urbes paraguayas es tanto una respuesta pragmática a riesgos reales como una adaptación funcional al entorno.

La lentitud e inacción de la justicia contribuye a que se perpetúen prácticas impunes, que solo benefician al que causa daños a los trabajadores más humildes. Es entonces la sensación de inseguridad la que obliga a vivir tras las rejas a los inocentes, mientras criminales gozan libres los beneficios de la conveniente ineficacia de los sistemas de seguridad urbana y de justicia.

sergio.gonzalez@abc.com.py

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