¿Todos son iguales?

El cambio de camisetas es una costumbre común en el fútbol. Anteriormente, se generaba un escándalo momentáneo cuando un futbolista pasaba a las filas del tradicional rival, pero la profesionalización del deporte calmó un poco más esa reacción. Un ambiente parecido, pero menos digno, al de los que fueron votados como alternativa, pero se acomodan a las antiguas costumbres cuando apenas prueban el poder.

En el campo político de Paraguay pasarse de un lado a otro no es algo nuevo, en la propia dictadura stronista, muchos de los que fungían de opositores sirvieron al único líder para mantener la careta de democracia ante el exterior. Tras el golpe de Estado de 1989 y con la entonces nueva Constitución Nacional de 1992, aparecieron dos facciones fuertes en el Partido Colorado, el liderado por quien fuera luego asesinado siendo vicepresidente Luís María Argaña y el oficialismo de Andrés Rodríguez, grupo político que eligió a Juan Carlos Wasmosy como candidato. El argañismo durante toda la campaña electoral acusó a Wasmosy de “mbatará”, como coloquialmente se conoce al plumaje de las aves con más de un color, por algún pasado aparentemente vinculado a grupos juveniles del PLRA.

En aquel entonces sonaba a escándalo, pero sabemos que no tiene la misma repercusión en la actualidad si tomamos en cuenta que el propio presidente Santiago Peña, era afiliado del PLRA hasta hace un par de años y en su segunda candidatura logró llegar al Palacio de López representando al sector más fuerte del Partido Colorado.

Y cómo no dudar de la oposición, si son los segundos en ponerse en fila -con contadas excepciones- y sin asco besar el anillo del que más poder ostenta en la actualidad. A juzgar por los audios de la última semana, aparentemente, el “negocio” menos lucrativo que se consigue vale US$ 20.000, aunque también se puede recurrir a los “automóviles planilleros” o los tan afamados cargos públicos.

La historia se repite constantemente, el que era considerado un outsider de la política, un famoso que puede ganar una elección sin necesidad de propuestas generalmente termina en apuros. Así pasaron nombres famosos por gobernaciones y municipalidades.

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Será una gran responsabilidad para los electores de las futuras autoridades poder diferenciar entre los que son iguales a los que citamos, que podrían estar en cualquier partido o movimiento, y los que eventualmente representarían un cambio.

Nos quieren hacer creer que todos son iguales, que no tenemos esperanza y que nada vale la pena ¿Todos iguales? No lo creo. Prefiero creer que sí existen alternativas.

arturo@abc.com.py

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