Como el cangrejo

En su edición del pasado viernes 5, el diario ABC Color incluyó esta información: “En la Junta Municipal de Asunción, la mayoría colorada aprobó cancelar un homenaje a una activista LGBTI, fallecida, con el argumento de ser contrario a los valores ‘profamilia’ del nuevo intendente, Luis Bello (ANR-HC). El concejal César ‘Ceres’ Escobar propuso abiertamente el control previo del contenido de todos los eventos que se desarrollen en espacios municipales”.

A nadie sorprende estas barbaridades que se han instalado en las instituciones públicas y amenazan con acabar nuestra débil democracia. La Junta Municipal, de mayoría cartista, canceló el homenaje a una activista LGBTI que iba a realizarse en el Centro Paraguayo Japonés. ¿Por qué la cancelación? Porque el intendente pertenece a “profamilia”, entonces ya nadie tiene derecho a pensar distinto, a usar los espacios municipales. ¿Cómo? ¿Solamente los de “profamilia” pagan impuestos y el resto de la ciudadanía no pagan? ¿O pagan pero solo para el disfrute de otros?

Como no se desmintió la información periodística, la damos por cierta. El intendente es profamilia, de esos que milagrosamente descubrieron que la familia y la vida son importantes, entonces sus creyentes son los dueños de los espacios municipales y nadie, contrario a tales valores, puede usarlos. Cualquier otra expresión, incluyendo la artística y cultural, colisiona con la creencia del intendente. Pero he aquí la perversidad de esta ideología: Apartarse de ella quiere presentarse como si uno estuviese contra la vida y la familia. Suele ser al revés de acuerdo con los muchos casos hipócritas que se conocieron.

El concejal Escobar, de la misma cofradía, propone la censura previa para todos los eventos que se realicen en espacios municipales. Esta propuesta nos remite a la Comisión de Moralidad y Cultura de la Junta Municipal del estronismo. La tal comisión, presidida por Carmen Cáceres de Thomas, obstaculizaba o borraba todo intento de hacer arte incluso más allá de los espacios municipales.

Un solo caso, de los muchos que podemos dar, expresa la arbitrariedad con que se manejaban las cuestiones artísticas y culturales desde la Junta Municipal, copada por el oficialismo. El elenco encabezado por Teresita Pesoa presentó en octubre de 1981, en busca de obtener el permiso municipal, la obra de Antonio Escobar Cantero, “Ñorairo opa riré”. Obviamos los muchos trámites para contar el final: Carmen de Thomas prohibió la representación porque la obra –que trata de la guerra del 70- “no está acorde con la realidad histórica nacional”.

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La realidad del arte no es la realidad de la vida. Descalificar una obra de teatro porque no está “acorde con la realidad histórica nacional” es disfrazar el autoritarismo de los que mandan. Además ¿cuál es la realidad histórica nacional? ¿Acaso no existen hechos muy concretos que, no obstante, tienen distintas interpretaciones?

En cuestiones políticas, religiosas, sociales, etc. hay puntos de vista distintos sobre un mismo tema. Respetar ajenas opiniones es una expresión de civismo. Pretender imponer nuestra creencia a la fuerza, validos de una situación circunstancial, es un acto despótico.

Se prohibió que se rinda homenaje a una fallecida activista de LGTBI porque el intendente es “profamilia”. Pero se da el caso de que el Papa actual, y el anterior, reivindicaron a este colectivo. ¿Estos Pontífices son menos religiosos que nuestro intendente y los demás de la misma índole?

El lunes pasado, el Premio Edda de los Ríos distinguió a dos señoras actrices: Blanca Navarro y Teresita Pesoa. A Teresita se le hizo justicia muchos años después de haber sufrido la calamidad de una Junta Municipal autoritaria. Y así siempre: los valores auténticos se imponen a la impostura en algún momento.

Lo ocurrido con la activista fallecida se recordará como un oprobio de la actual Junta Municipal donde se juntan los intolerantes.

alcibiades@abc.com.py

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