El nuevo Kubala

Ladislao Kubala fue un futbolista y entrenador extraordinario. Y aunque poco se hable de él, muchos afirman que durante su trabajo en la Selección Paraguaya se gestó una nueva mentalidad en los futbolistas nacionales, los mismos que después de 12 años lograron volver a un mundial en 1998.

Tantos cambios en la dirección técnica de la selección mayor parecían no despertar el espíritu al que muchos nos acostumbramos a ver tiempo atrás, esa manera de enfrentar adversidades peleando en el campo de juego, no cediendo ante ningún rival.

Son varias las personas que registraron un antes y un después de la mentalidad de los jugadores paraguayos con la venida, a mediados de los ’90, de Ladislao Kubala. En ese entonces enfrentábamos una situación similar a la actual, los últimos mundiales los habíamos visto por televisión y la Albirroja no era tan popular como las camisetas de los demás países en las tiendas deportivas de nuestro país.

Hace unos años en un artículo, en este mismo diario, escrito por José María Troche, se hizo esa referencia en la que describía el trabajo minucioso del húngaro cuando tomó con gran responsabilidad la conducción de los futbolistas paraguayos que no escuchaban en el césped su Himno Nacional desde 1986. Comenta que lo primero que hizo no fue hablar de tácticas, ni técnicas, ni sistemas, ni de premios… “Para Kubala lo primero era hacer que los jugadores sintieran el orgullo de representar al país y que adoptaran la camiseta nacional como segunda piel”, menciona.

¿Y cómo un húngaro que extraordinariamente llegó a representar a tres selecciones nacionales distintas pudo lograr eso? Kubala en ese momento ya era una leyenda del fútbol mundial, aunque la propia FIFA lo había sancionado por dos años por ser parte de un equipo húngaro en el exilio, pero nunca se rindió y tras huir del régimen de su país se instaló finalmente en Barcelona, donde brilló como deportista y el mismo club también le brindó su primera experiencia como entrenador.

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Básicamente, Kubala fue el especialista que realizó una masiva cirugía de la mente a varios que volvieron a sentir lo que representaba ser llamado entre tantos futbolistas a la selección nacional, todo sin ser un neurólogo o un especialista médico. Y por lo que comentan no solamente hablaba y convenció con las palabras, también lo hizo con el ejemplo al ser el primero en llegar y el último en retirarse de las prácticas, poniendo en primer lugar la responsabilidad asumida. Todo se puede lograr y para ello hay que esforzarse, parecía decir.

Esta semana la selección celebró una clasificación al mundial tras 16 años -tres mundiales desde el sofá- y lo hizo de la mano del “nuevo Kubala”, el profesor Gustavo Alfaro. Quien trabajó con los mismos jugadores a quienes parecía en principio que se les volvería a escapar la clasificación nuevamente, pero pusieron el pecho y sacrificio para lograr una de las mayores alegrías para el fútbol paraguayo en cinco lustros.

arturo@abc.com.py

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