Anteriormente, eran variados los tipos de fraude a la hora de sufragar, pero la venta directa es la que tomó mayor preponderancia en los últimos años. A pesar de ello, muy pocas personas han sido encontradas culpables de uno de los mayores atentados contra la democracia.
El “pan para hoy” es uno de los ofrecimientos más comunes en épocas electorales en las que próximamente ingresaremos de lleno. Aun así, hasta hoy en día han sido pocos los sancionados o encontrados culpables por estos hechos que influyen, sin lugar a dudas, en los resultados electorales y causan un gran daño.
La mercantilización de los votos se convirtió en el peor atentado a la democracia que en la actualidad se normaliza en los cinturones de pobreza y en otros puntos del país. Ponerle precio al voto no solamente influye en los resultados electorales, sino que nos impone autoridades electas éticamente reprochables, que terminan sin lugar a dudas, empantanados en el lodo de la corrupción, recordemos que “el paga para llegar, llega para robar”.
Al elector que parece encontrarle una ventaja a este hecho, ¿le podemos solamente desalentar a que venda su voto? Difícilmente seríamos escuchados o tenidos en cuenta. Lo que podríamos hacer es decirle que lo haga, pero que después no se queje cuando en su ciudad se vacíen las arcas para pagar deudas personales, cuando el bache le deje daños en el vehículo, cuando le suban el impuesto porque no alcanza para pagar sueldos a los nuevos contratados a quienes se prometió un cupo, cuando le pidan coima en las calles inventando una infracción, cuando la falta de pintura de una lomada le eleve por los cielos y causen accidentes, cuando el que pagó para llegar no se ruborice por robar.
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Recordemos que por medio del voto a los impresentables también le damos impunidad a los corruptos y ladrones que nunca serán investigados o con quienes la justicia se inclinará parcialmente. Sus aliados tendrán otro papel fundamental en este esquema, se encargarán de encubrir a los de su mismo plumaje, cerrando el círculo para que nadie sea tocado o llegue a pagar por sus delitos.
No todos los políticos son iguales, como nos quieren hacer creer los que desean que nos acostumbremos a pensar que “así nomás es”. La gran tarea que nos queda como ciudadanía es desenmascarar a los que se llenan la boca con la palabra “cambio” pero lo único que quieren hacer es cambiar su situación económica, y llenar sus bolsillos con la nuestra.
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