Nenecho resistió hasta donde pudo. Su ego desaforado le hacía desistir de la renuncia y pensó que Honor Colorado lo salvaría, como ha salvado a tantos indeseables de su huerta.
Pero el Quincho debía evitar que el informe del interventor fuera estudiado en Diputados. Eso opacaría el atropello planificado contra el esteño Miguel Prieto. Si se disemina el informe de Carlos Pereira la gente podría hacer un cotejo entre Prieto y Nenecho y analizar el fondo de la intervención ordenada por el Quincho para la capital del país y Ciudad del Este.
La intervención al Este no tuvo que ver con la gestión (poco le importa eso a HC: hay intendentes ladrones, pero amigos), sino con la necesidad de impedir el crecimiento de Prieto. Nenecho fue lo que el vulgo en su vulgaridad llama “un forro” para cubrir el ataque al potencial competidor en el 2028.
Lo usaron mientras extirpaban el susu’a de la nalga de HC. El primero de esos bubones fue Kattya.
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Pero por más que fuera un tercero en esta comedia en que se juegan el poder y grandes negocios esteños, Nenecho era ya absolutamente intolerable. Llevó a la municipalidad asuncena a lo que el interventor Pereira denominó “una debacle financiera”, a una catástrofe. Y conste que el doctor Pereira es un hombre sereno y comedido en sus expresiones.
El interventor presentó cinco denuncias penales por irregularidades graves, que no deben quedar impunes. Detectó, entre otras cosas, que el 93 por ciento de los recursos obtenidos por bonos para obras de infraestructura fueron a parar en gastos corrientes, en el pago de salarios. ¿Por qué? Y porque el dinero para los salarios había desaparecido. No habrá sido destinado a obras de beneficencia, precisamente.
No se puede olvidar, por ejemplo, la obscena mansión que se había mandado construir en San Lorenzo, en plena pandemia, Wilfrido Adrián Cáceres Flores, modesto exjefe de gabinete de Nenecho.
Nenecho fue el atorrante que colmó el vaso en ese antro mafioso en que se fue convirtiendo la municipalidad en los últimos lustros con sus planillas de pago llenas de parásitos politiqueros de origen multicolor.
Y una cosa hay que dejar en claro más allá de la extravagante estupidez de Nenecho en tratar de hacernos creer que él no tragó nada: la complicidad de una Junta Municipal plagada de veteranos y jóvenes pillos que tienen, cada cual, su coto de caza. Aparece mágicamente un nombre: Augusto Wagner.
Si seguimos eligiendo a gente averiada para la Junta, ningún intendente que venga, por más buenas intenciones que cargue, podrá con la mafia sólidamente instalada en la devastada comuna asuncena.
nerifarina@gmail.com