¿Cuántas veces escuchamos a sus referentes en distintas épocas burlarse de los partidos con poca participación o con escasos afiliados? Solía ser una constante y tenía sus razones, la participación de los colorados en dicha institución siempre fue activa y constante.
Al parecer quedaron lejos esos tiempos en que los caudillos y punteros se preparaban por largo tiempo para participar de las elecciones de cualquier índole, haciendo gala del aparato que le brinda su centenario partido y sus muchas ventajas por ser gobierno e influir en cada decisión. En estos días el todopoderoso Partido Colorado jugó unido y a su favor, como era de esperarse, pero esta vez de la manera más antidemocrática que se podía esperar.
La añosa Asociación Nacional Republicana ingresó a una nueva etapa, la época en la que rechaza participar de las elecciones porque existen marcadas chances de perderla. Es lo que se puede leer de la decisión que tomaron sus líderes ante la indefendible y desastrosa administración de Oscar Nenecho Rodríguez y sus cómplices que dejaron una comuna capitalina en quiebra.
Los errores que evidencian estas acciones no son recientes. Vienen de mucho antes cuando se perdió el total respeto a las instituciones democráticas haciendo uso de su aplastante mayoría en las cámaras del Congreso, acallando las voces disidentes primeramente. Posteriormente, decidió aniquilar a los líderes opositores emergentes por medio de interpretaciones antojadizas del reglamento interno sobre la pérdida de investidura e intervenciones a municipios como el de Ciudad del Este, donde resonaban nombres para encabezar la oposición.
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Lo que en el fondo se busca evitar es el ridículo que ocasionaría que la senadora opositora que fue expulsada por la aplanadora colorada y los satélites del cartismo, deje en evidencia que se equivocaron al sacarla. Nadie tiene una bola de cristal para asegurar que Kattya González vencerá, pero a juzgar por estas últimas decisiones, las tendencias estarían muy marcadas.
Lo preocupante en esta nueva etapa, que podría denominarse como “Temor Colorado”, es que el partido intente huir de cualquier posibilidad de soltar el poder ya alcanzado, lo que haría tambalear más a nuestra golpeada democracia y nos podría hacer retroceder varias casillas en dicho ejercicio. Además, no hay nada que reste más legitimidad a las instituciones que dar protagonismo a actores que no recibieron un solo voto.
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