Un brillo entre desafíos

Los II Juegos Panamericanos Junior han convertido a Paraguay en el epicentro del deporte continental, mostrando destellos de talento que encienden el orgullo nacional. Las sedes deportivas rebosan de entusiasmo, con entradas agotadas y un público que vibra con cada competencia, celebrando lo que alegra el corazón: el talento que despliegan nuestros atletas. Este evento no solo es una vitrina para el deporte, sino también un motor económico que promete dejar una huella significativa. Según Camilo Pérez, presidente del Comité Olímpico Paraguayo, en una reciente entrevista con la 730 AM, los Juegos representan una inversión de aproximadamente US$ 80 millones, con una proyección de ingresos de US$ 300 millones gracias al movimiento hotelero, gastronómico, de servicios y otros.

La delegación paraguaya brilla con luz propia. Atletas que ranquean a nivel mundial y que han obtenido becas para estudiar en el extranjero demuestran que el semillero deportivo del país crece, a pesar de la aún insuficiente inversión en este sector. Cada medalla cosechada es un testimonio del esfuerzo y la resiliencia de estos jóvenes, que transforman limitaciones en oportunidades. Sin embargo, mientras el deporte es siempre ese espacio que nos salva y nos enorgullece, el país enfrenta retos que opacan este brillo.

Paraguay se va posicionando como anfitrión de grandes eventos internacionales, pero está en deuda con su propia realidad. La imagen de una ciudad desordenada, con infraestructura deficitaria, calles sucias, transporte público precario y aguas servidas a la vista, no pasa desapercibida. El apagón general que se dio esta semana y dejó a Asunción a oscuras, y las dificultades de los voluntarios para regresar a sus hogares tras largas jornadas de trabajo en los Juegos, son señales de una organización integral que aún debe mejorar. Estos problemas, lejos de ser detalles menores, proyectan una imagen país que podría desalentar a futuros inversores y visitantes.

El desafío no es menor. En 2026, Paraguay será sede de la asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo, otro evento de envergadura que pondrá al país bajo la lupa internacional. Para estar a la altura, no basta con esconder la basura bajo la alfombra; es necesario un compromiso real para mejorar la infraestructura y la calidad de vida. Los paraguayos que trabajan honestamente y pagan sus impuestos merecen una ciudad digna no solo para los que nos visitan.

El deporte nos muestra el camino: con talento y perseverancia, se pueden lograr grandes cosas, pero para que Paraguay se vista de gala y se consolide como destino de grandes eventos, debe traducir ese brillo en una transformación profunda que no solo embellezca la superficie, sino que eleve la calidad de vida de todos sus ciudadanos.

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