Es a quienes que se conoce en la práctica como los “monos” del padrón: electores que cambian de domicilio exclusivamente para esa elección, a fin de mejorar las chances y ayudar a obtener una victoria en las elecciones de esa localidad. Ocurre principalmente en las elecciones municipales, con el cambio de ciudad de miles de electores, pero se da también incluso con el cambio de barrios dentro de una misma ciudad, para ganar la presidencia de seccionales o comités de partidos tradicionales.
Los fabricantes de monos electorales conocen perfectamente el territorio, lo tienen cuadriculado y peinado, y conocen cuál es la cantidad o porcentaje de electores que pueden trasladar sin alterar las posibilidades de victoria en la localidad de origen ni modificar significativamente la composición de cuerpos colegiados, como las juntas municipales.
La fábrica nuevamente está en pleno funcionamiento pensando en las municipales del próximo año: las internas simultáneas del 7 de junio y las municipales del 4 de octubre. En la semana que termina, políticos de la oposición presentaron algunos de los llamativos datos encontrados nuevamente en el padrón de la capital. Más de 16.000 traslados de domicilio, unos 8.000 de ellos entre diferentes barrios y unos 6.000, de personas provenientes de otras ciudades.
Entre ellos, casos tan insólitos como que 130 personas declarasen el mismo domicilio o que unas 500 figuren en direcciones que no existen. Pero lo más absurdo es constatar que de los 16.000 traslados, unos 2.000 figuran como realizados el mismo día, el 31 de julio, y que dos inscriptoras figuran ese día realizando unos 500 traslados cada una, es decir más de un traslado por minuto, considerando una jornada laboral de 8 horas.
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El dato es más chocante aún al considerar que por normativa de la propia Justicia Electoral, cada elector debe acudir personalmente a solicitar su cambio de distrito, ya que los traslados de oficio están formalmente suspendidos desde el año 2021, por lo que cualquier cambio en el padrón debe hacerse de forma presencial.
Uno de los denunciantes, el senador Rafael Filizzola, nos decía en la 730AM que es estricto el reglamento interno con el que tienen que trabajar los inscriptores, pero que estos se ven coaccionados por sus líderes políticos, quienes son los que les consiguieron el puesto en el organismo electoral.
Tan fuerte es la maquinaria, que incluso quienes pretendían un mayor control debieron retroceder hace un mes en la pretensión de exigir una constancia de vida y residencia para formalizar el traslado.
Con la resolución 81/25 de la Dirección General del Registro Electoral se exigía este documento a partir del 2 de julio pasado, pocos días más tarde, a través de la resolución 87/25, se dejaba sin efecto la exigencia de este documento dando la potestad a los inscriptores de requerir pruebas documentales solo en caso de duda. Los resultados están a la vista. Y hasta aquí solo hay un análisis del padrón de la capital.
Es que en algunos casos unos pocos votos pueden ser fundamentales para volcar la balanza, ejemplos hay muchos y en diferentes ciudades, uno de los más recordados es el de la histórica victoria opositora por 11 votos en Encarnación en 2015.
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