No aceptemos menos

Después de 62 años de hegemonía colorada en la administración municipal de Ciudad del Este, en mayo de 2019, se rompió un ciclo histórico: por primera vez, la Intendencia quedó en manos de un equipo político no colorado. Los cambios se hicieron sentir. La ciudad comenzó a recuperar su identidad y sus habitantes pudieron, por fin, sentirse un poco más orgullosos del lugar donde viven.

Durante décadas, Ciudad del Este fue injustamente reducida a un estigma: tierra de contrabandistas, falsificadores y “coimeros”. Sin embargo, su verdadero origen está en el esfuerzo de emprendedores que la levantaron a puro pulso. Es cierto que el gran movimiento comercial de la zona tiene falencias y vicios, pero conviene recordar que los “coimeros” casi siempre fueron funcionarios públicos enviados desde otras regiones para la famosa recaudación para la corona. El contrabando, por su parte, involucra a grandes grupos empresariales de la capital que se abastecen y enriquecen con lo que entra por esta frontera. Y en materia de falsificación, buena parte de los productos ni siquiera se fabrican aquí: los electrónicos son traídos de China y textiles de zonas industriales como San Pablo, Brasil, o incluso otros países.

A pesar de estas sombras, Ciudad del Este se consolidó como una de las ciudades más importantes del país, un motor económico que figura entre los mayores centros comerciales de la región y nadie puede negar que es el pulmón económico del país.

En las últimas décadas, su economía comenzó a limpiarse y formalizarse, abriendo espacio a nuevos sectores como el turismo, la gastronomía y otras actividades emergentes.

El cambio político de 2019 trajo avances visibles. Ciudad del Este fue pionera en movilidad eléctrica, implementó con éxito el proyecto Natividad Sustentable, se construyó la soñada costanera, se cortó viejas prácticas de corrupción y promovió una mayor participación ciudadana. Sin embargo, tampoco se puede negar que hay fallas en la actual administración que con un poco menos de soberbia pudieron gestionarse mejor para lograr un saneamiento más profundo.

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Hoy, lo que la ciudad no puede permitirse es un retroceso. No puede volver a los años oscuros de las últimas administraciones coloradas. La intervención municipal se acerca a su fase final y todo apunta a la destitución de Miguel Prieto. Pero, más allá de nombres y partidos, los políticos deben entender un mensaje claro: la ciudadanía no va a aceptar menos de lo que ha conquistado.

Ciudad del Este exige y merece seguir teniendo identidad, transparencia y el orgullo de pertenecer a una ciudad que se levantó y se sigue levantando con el esfuerzo incansable de quienes la habitan.

tereza.fretes@abc.com.py

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