Cabrera, cogió del cuello a gran parte de la ciudadanía paraguaya, emitió un montón de gases en una oratoria con la que filosóficamente nos zambulló en un inodoro. Hizo una elegía exultante de los hijos de su hermana, y luego de darnos ese baño cloacal nos rescató para secarnos al sol.
Imitándola en oratoria y con ayuda de inteligencia artificial, lo que hizo fue una “grandilocuente letanía de sofismas urdidos con primor escolástico y engalanados en retórica tan ampulosa como serpenteante, cuyo resultado final —verdadero tapiz de verborrea con ribetes de pedantería cortesana— no fue otro que una coartada filológica de oropel, artificiosamente concebida para conferir barniz de prosapia a una conducta rayana en la más fragrante ilicitud”.
En términos sencillos pero con una retórica grandilocuente llena de humo que le redactaron, la senadora primero nos hizo escuchar lo fantásticos que son los hijos de su hermana. Después nos explicó que no necesitan ir a trabajar al Congreso. Después nos contó que no hay luego lugares físicos para ir a trabajar al Congreso. Después nos confesó que para hacer invitaciones para reuniones con “correos, llamadas, mensajes de WhatsApp, así como la elaboración de flyers” para la Comisión de Discapacidad ya no requieren ir físicamente a trabajar, con lo cual nos terminamos de atragantar.
Un momento, senadora: Sus dos sobrinos estaban sacando casi 10 sueldos mínimos mensuales, ¿solamente para enviar correos, llamadas, mensajes de WhatsApp y flyers? ¿Y usó más de dos páginas y un tiempo que fue eternamente miserable para enrostrarnos que estos fantásticos sobrinos son financiados por la ciudadanía que les paga por labores que no requieren ni presencia física ni jornada laboral real?
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Teléfono para el Fiscal General del Estado. En un pasado reciente, Perla Paredes Acosta, con una madre entonces diputada, fue condenada a dos años de prisión y a devolver unos 500 millones de guaraníes por hechos similares. La gran pregunta es por qué en algunos casos la justicia actúa y en otros mira para otro lado. Y la otra gran incógnita, más urgente: ¿cuándo habrá en nuestro país trabajos dignos y sueldos justos para los hijos del pueblo, y no solo para los de la hermana de una senadora?
El Paraguay no se merece esta farsa. Ni financiar farsantes.
mabel@abc.com.py