Estacionamiento gratuito

Desde junio de este año rige en Caacupé una ordenanza municipal que declara gratuito el uso del estacionamiento en la vía pública dentro del centro urbano y sus zonas adyacentes. Esta disposición es clara y no deja espacio para la duda: nadie está autorizado a exigir cobro alguno por estacionar en espacios públicos.

Sin embargo, la distancia entre lo que dice la normativa y lo que ocurre en la calle es abismal. Porque en cada evento religioso, festivo o de alta concurrencia lo habitual es encontrar a supuestos cuidacoches que se posicionan en veredas, calles y accesos cobrando lo que llaman “colaboraciones voluntarias”. Pero de voluntarias no tienen nada.

La ciudadanía se siente sola ante la citada práctica porque no hay agentes de tránsito, no hay policías visibles ni presencia institucional disuasoria.

Los comunicados oficiales, por bien intencionados que sean, no alcanzan. No hay acciones concretas, no hay políticas públicas sostenidas, no hay voluntad visible de frenar estos abusos.

Este fenómeno no es exclusivo de Caacupé, claro está. Pero en una localidad que se presenta como la capital espiritual del Paraguay, símbolo de fe, encuentro y devoción, resulta particularmente doloroso, pues la zona debería ser un espacio de paz, de acogida, de respeto. No un terreno donde reinen la informalidad, el abuso y el negocio disfrazado de servicio.

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Miles de personas llegan a la ciudad con fe, buscando renovar sus promesas, agradecer o simplemente compartir una experiencia espiritual. Pero lo primero que encuentran al llegar es una barrera invisible, pero real: el cobro indebido por estacionar. Es como si la ciudad dijera “bienvenido”, pero con la mano extendida para cobrar antes que para dar. Esta clase de permisividad institucional no solo alimenta la informalidad sino que también debilita más la credibilidad de las autoridades.

¿Cómo confiar en quienes no son capaces de garantizar ni siquiera el uso libre de una calle? ¿Cómo hablar de orden y ley si no se puede estacionar sin ser extorsionado? La omisión en este caso no es neutral: es un acto de abandono.

El estacionamiento gratuito debe ser una realidad, no una aspiración. Se debe garantizar. El ciudadano individual ya hace bastante al denunciar, al reclamar o simplemente al intentar hacer valer sus derechos.

En la casa de la Virgen no se debe cobrar estacionamiento. No se debe permitir que la primera experiencia del visitante sea la de un cobro arbitrario, injusto y fuera de la ley.

faustina.aguero@abc.com.py

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