A juzgar por la realidad de los agricultores, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) no tiene un sistema adecuado para acompañar a los agricultores, que se encuentran completamente abandonados a su suerte.
La mayoría de los compatriotas que trabajan la tierra carecen de apoyo: no cuentan con semillas de calidad, fertilizantes, mallas de media sombra, sistema de regadío y, mucho menos, invernaderos para proteger sus cultivos de las adversidades climáticas.
Muchos siguen labrando la tierra por fanatismo o porque simplemente no están, o no se sienten capacitados para desarrollar otro rubro. Algunos, especialmente del sector de la horticultura, analizan dejar de cultivar.
La agricultura es fundamental en nuestro país y representa la base de nuestra economía; sin embargo, las propias autoridades se encargan de aniquilar este rubro.
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Uno de los factores –que tal vez sea el principal– es el contrabando. Los responsables de las instituciones del Gobierno Central no demuestran ni el más mínimo interés en luchar contra el flagelo.
El otro punto que siempre reclaman los productores es contar con un mercado seguro. Los agricultores pelean con los factores climáticos para salvar sus cultivos, pero luego se encuentran con el grave problema de no tener dónde comercializar los productos porque el mercado está saturado de hortalizas ingresadas en forma ilegal.
En el departamento Central, los pequeños productores de tomate y cebolla no saben qué hacer con sus cosechas, porque nadie quiere pagar un precio justo.
Según las estadísticas, el 90% de la actividad agraria en el país corresponde a la agricultura familiar, es decir, de pequeña escala, pero muy pocos son los que cuentan con toda la infraestructura para una excelente cosecha.
El programa Hambre Cero motivó a los agricultores y empezaron a trabajar con lo poco que tenían, pero fue un rotundo fracaso y ellos se quedaron con el clavo.
El sistema de Gobierno está podrido. Cuando debería ser una estructura que garantice solidez y solvencia a las instituciones públicas para generar desarrollo –especialmente en el campo–, solo favorece el imperio de la corrupción, que genera desesperanza en la gente que verdaderamente trabaja para engrandecer el país.
hruizdiaz@abc.com.py