Pese a que los cartistas intentan presentar nuestro país como la sucursal del paraíso terrenal, cada vez más se extiende por el exterior la otra realidad, la que se quiere ocultar: los graves problemas sociales y políticos. En estos días el cardenal español-paraguayo Cristóbal López –arzobispo de Rabat, Marruecos– nos recordó que el Paraguay sigue viviendo en sus afectos, en sus preocupaciones y seguramente en sus oraciones. Dijo, entre otros conceptos: “El Gobierno no gobierna, que hay otros que no son del Gobierno que son los que toman las decisiones”. El cardenal pensó en Cartes, sin duda. Hay muchas pruebas de que es así y que al titular legítimo del Ejecutivo nada le importa. Es más, con mucha frecuencia Peña exhibe sin pudor su sometimiento. El último –o el penúltimo– acaba de darse cuando el informe de gestiones que debe darse en el Congreso se priorizó la Junta de Gobierno de la ANR. Fue un gesto de debilidad innecesario a más expresar que para el cartismo el Estado y el Partido son una misma entidad.
El cardenal expresó también: “Se hace más evidente la connivencia de ciertos sectores del poder político con ciertos sectores del Poder Judicial y con ciertos sectores de la mafia y eso me duele el alma”. Le duele a todo paraguayo que ama a su país, que no quiere ver su nombre por el mundo mezclado con las organizaciones criminales. Duele la impotencia de parar la soberbia embrutecida de los que mandan.
A las expresiones del cardenal López se agrega el comunicado de las religiosas y religiosos del Paraguay: “El pueblo está cansado, agobiado y sin confianza en sus instituciones”.
Esta es la idea generalizada que se tiene de nuestro país, aquí y en el exterior. Y duele, más aún porque las autoridades, administrativas y judiciales, nada hacen por disminuir, al menos, el tamaño de nuestra desgracia. Solo reaccionan ante los elogios sobre hechos circunstanciales. Así tenemos, por caso, a la diputada cartista, Rocío Abed, entusiasmándose por una noticia publicada en un medio porteño. Se refería a los compradores argentinos que encuentran mejor precio de muchas mercaderías en Ciudad del Este. Desde hace más de 20 años el Paraguay vive una economía más o menos estable. Es sabido las dificultades económicas que padece la Argentina. Está, lamentablemente, tan mal que cualquier país es atractivo para los compradores.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
No tenemos que ser tan triunfalistas –como lo hace la Abed– frente a los problemas de un país que ha sido siempre nuestro paño de lágrimas y muchas veces nuestras lágrimas, pero hoy –como desde hace años– está con dificultades económicas y tenemos que ser más solidarios con un vecino que nos ha pasado la mano en muchos momentos.
Nuestro problema no es tanto económico como moral. El crimen organizado se mueve con toda tranquilidad en las instituciones del Estado. El expresidente argentino Carlos Menen había calificado a la hidroeléctrica Yacyretá de “monumento a la corrupción”. Esta figura delictiva cabe también a Itaipú, de donde cada día saltan los casos de corrupción más escandalosos al amparo de las autoridades que deberían de investigarlos, pero no se animan a desafiar “la orden superior” que evita la transparencia.
Que otro país esté, accidentalmente, peor que el nuestro en lo económico, no entierra la miseria moral de nuestros funcionarios, nombrados y electos.