Política e impopularidad del gobierno

El termómetro político y social se mide por las zonas populares. Por los barrios, los asentamientos, los colectivos, los mercados y las calles. Cómo anda la gente en su economía vemos en las compras que hacen para su comida y su ropa. Para su entretenimiento y viajes. Una cosa muy diferente es lo que se ve en los shoppings, los clubes exclusivos, las tiendas caras y los restaurantes famosos.

Una cosa es andar por los barrios residenciales llenos de casas majestuosas y vehículos de alta gama. Y otra cosa muy diferente es ver la Chacarita y el bañado, o los pueblos muy alejados de la geografía nacional donde solo se vive un ambiente de carencia, ignorancia y abandono. Lugares donde la ausencia del Estado brilla con todo su esplendor. No tienen salud, educación ni vivienda digna ni trabajo bien remunerado. Y ahora la inseguridad ya campea por las zonas del interior. Capaz que si el gobierno les ayuda con préstamos y asistencia técnica, puedan tener chacras para autoconsumo y gallinas.

Capaz que si tienen buena producción de huevos y hortalizas puedan vender al programa hambre cero para la comida de los alumnos. Y capaz que si la producción es natural y ecológica, puedan ser los alimentos más saludables para el cuerpo. Los nutriólogos tienen que revisar esas comidas puntillosamente.

Lo que hace tan impopular a este gobierno cartista es que copan todos los entes públicos. Ministerios, congreso, municipalidades, gobernaciones, poder judicial, registro civil.

Cualquier institución donde ponen a flamear la bandera paraguaya, que debe ser un sitio de servicio impecable, ellos ensucian el lugar, convirtiendo en un kioskito donde se venden y compran documentos, favores, inmuebles, conciencias, intereses, libertades y condenas.

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En esas piecitas mugrientas, a puertas cerradas, hacen sus negociados sin ningún escrúpulo estos impresentables, a quienes ni su perro ni gato los quieren. Por eso perdieron la confianza y la credibilidad de parte de la gente. Ellos no se preocupan por el pueblo, solo quieren llenarse los bolsillos. En estos momentos, como ratas, se meten por todas partes.

Revisan en el Registro Civil, los jóvenes que van a cumplir 18 años y recorren casa por casa para afiliarles al partido colorado y les prometen universidad y trabajo. Lo que no concuerda con el discurso de Santi Peña qué dijo que no es el título universitario lo que les va a dar trabajo sino el partido de Bernardino Caballero. Mensaje que cayó como balde de agua fría sobre la cara de tantos jóvenes que estudian con mucha esperanza y sacrificio.

No es alegría lo que sienten los compatriotas decepcionados por las malas acciones de estas autoridades qué nos gobiernan. Cada día utilizan los métodos más perversos para someter y humillar al pueblo.

Los precios de la canasta familiar suben cada semana y no alcanza el salario mínimo a la familia que tiene 5 o 6 hijos que alimentar y mandar a la escuela. La gente está acogotada de deudas que no pueden pagar porque esa es otra forma de esclavitud y sometimiento.

Los personajes del poder tienen que subir en los colectivos de transporte público. Son un desastre. Van cayendo a pedazos cada cuadra y lanzan humos por todas partes y quedan parados cada cuadra. Los personajes del poder tienen que viajar en esas chatarras obsoletas e inservibles. Tienen que agarrar un canasto de mimbre y recorrer los puestos de las verduras en mercado 4 o en el abasto. Revisar las naranjas, que te venden partidas y podridas. Revisar los tomates a 16 mil el kilo. Las zanahorias y el locote de oro, de diamante o de rubí. Lo caro que está el precio.

Tienen que ir al centro de salud para ver como se atienden a los pacientes desahuciados. Tienen que ir a una carnicería para ver que ni un hueso pelado puede hervir un compatriota muy pobre.

Tienen que bajar de sus autos lujosos y salir de sus oficinas para conocer la dura realidad que les toca vivir a la mayor parte de los paraguayos. Pero mientras sigan dando discursos mentirosos e informes falsos, es muy difícil que hagan algo bueno por la patria.

Lastima que no tenemos oposición, lastima que la reserva moral del Paraguay no quiera hacer política. Es una lástima que estamos en una nación de piratas y saqueadores impunes. No hay quien frene a esta gravilla de delincuentes que a manos llenas están esquilmando las arcas del Estado y olvidan que fueron electos para servir a la nación y no servirse de ella. Espero que reflexionemos y dejemos de votar a estos sinvergüenzas.

blila. gayoso@hotmail.com

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