Esa noche, jamás regresó. Su cuerpo fue hallado el 1 de junio al pie del cerro Yaguarón, víctima de una brutal violación y estrangulamiento. Lo que debió quedar en manos de la justicia, permaneció sumido en la impunidad durante dos décadas.
Este caso golpeó la conciencia colectiva paraguaya, evidenciando una doble tragedia: la violencia brutal contra una niña y el fracaso sistemático de los mecanismos de protección y justicia.
A 21 años del fallecimiento de Felicita, Fredy Florenciano Brítez, de 43 años, el supuesto autor del crimen, seguía libre. Durante todo este tiempo, burló la endeble seguridad nacional recorriendo el país e involucrándose en otros hechos delictivos, como hurtos, sin ser capturado.
El 9 de julio de 2025, su detención en Caaguazú marcó un punto de inflexión. Según el ministro del Interior, Enrique Riera, el sospechoso habría confesado el crimen durante “una ronda de tragos”, y la identificación por huellas biométricas lo relaciona formalmente con los hechos. Sin embargo, el detenido negó toda relación con el crimen.
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El hallazgo del sospechoso y su encarcelamiento deben marcar un antes y un después. Felicita merece que su historia no termine en un número estadístico ni en un recuerdo nostálgico. Su lucha debe convertirse en un precedente que fortalezca realmente la protección a niños y adolescentes en Paraguay. Porque si algo aprendimos en estos veintiún años, es que sin justicia no hay verdad, y sin verdad no hay memoria que nos impulse hacia un futuro mejor.
Doña Feliciana Estigarribia, madre de Felicita, en su humilde condición, solo clama justicia y que se le imponga la máxima condena por haberle arrebatado a su hija de 11 años. Su clamor es palpable: “Yo hace años no duermo, vivo con miedo, quiero que le den 40 años de cárcel por lo que hizo; él me quitó a mi hija, una inocente”.
Hoy, no bastan los símbolos ni las fechas conmemorativas. Es momento de exigir un proceso judicial rápido, transparente y ejemplar. La sociedad paraguaya y sus instituciones —Policía, Ministerio Público, Poder Judicial— deben unirse para que en este caso, la teoría judicial se convierta en una condena ejemplar y efectiva, y el autor pague por el horrendo crimen que quedó grabado en la retina y memoria de todo un país.
emilce.ramírez@abc.com.py