Lo único que incluyó en el capítulo de “autocrítica” fue la machacada frase hecha de “queda mucho por hacer”. No se refirió a ningún aspecto particular ni explicó por qué se estancaron o se postergaron las grandes transformaciones que prometió o que se esperaban de su administración, cuando ya se cumple más de un tercio de su mandato. Al contrario, afirmó que “iniciamos un proceso de cambio”, que “Paraguay ya está cambiando”, y que el camino del desarrollo requiere “disciplina, constancia y valentía de tomar decisiones difíciles”. ¿De qué cambios habla el Presidente, qué está haciendo diferente, qué decisiones difíciles ha tomado?
El Gobierno empezó con ímpetu, pero pronto se enfrió. Asumió el 15 de agosto de 2023 y antes de que finalizara el año ya había hecho aprobar una muy importante ley de regulación y supervisión de jubilaciones y pensiones, para lo cual tuvo que imponer su autoridad frente a las previsibles protestas de varios sectores vinculados. Pero ahí quedó. La ley sigue sin aplicarse hasta hoy. Ni siquiera se ha conformado todavía el Consejo Nacional de Seguridad Social.
Mientras, la crisis se agrava sin parar. El fondo de salud del Instituto de Previsión Social no puede cubrir sus deudas y el fondo de pensiones va por el sexto año consecutivo en el que debe echar mano a sus reservas técnicas para afrontar el pago de las jubilaciones existentes, sin que se amplíe la base de aportantes. A nivel nacional, apenas un quinto de la fuerza laboral cotiza a algún plan jubilatorio, lo que constituye una amenaza sumamente seria a la sostenibildad fiscal y a la estabilidad del país. En unos diez años habrá ya una masa enorme de personas que no estarán en edad de trabajar y que no tendrán ingresos.
Tampoco se ha tomado ninguna medida para intentar controlar el galopante déficit de las jubilaciones y pensiones del sector público. El saldo rojo de la Caja Fiscal se viene duplicando año a año en progresión geométrica, algo a todas luces insostenible, pero el Gobierno retrasa la insustituible adecuación de beneficios para eludir conflictos y no enfrentarse a su clientela política.
Otra ley “estructural” que mencionó Peña en su discurso fue la de Organización Administrativa del Estado, cuyo supuesto objetivo era fusionar entes estatales y minimizar las superposiciones en la administración pública. Nada de eso ha ocurrido en absoluto. De hecho, la ley que se terminó aprobando fue un engendro híbrido que solo permite “categorizar” las instituciones del “ámbito de aplicación del Poder Ejecutivo”, y de manera “gradual y progresiva”. Y al final, ni eso.
Lo mismo con la ley de la función pública y de la carrera del servicio civil, que tenía que ser una piedra angular de la reforma del Estado. Con la anuencia del Poder Ejecutivo se acabó aprobando una ley completamente desnaturalizada, distinta a la que estuvo más de un año en el portal del Ministerio de Economía para su “socialización”. La ley promulgada excluye a los poderes legislativo y judicial, deja abierta la lista de “cargos de conducción política”, permite amplias excepciones a la obligación de concursar, mientras se suceden los casos de “nepobabies” y el oficialismo se sigue jactando de que la pertenencia al Partido Colorado es la principal y más importante vía de acceso a los puestos públicos.
También se tenían grandes esperanzas de que esta administración llevaría adelante la tan ansiada renegociación del Tratado de Itaipú, pero han pasado casi dos años desde que se accionó el plazo de revisión del Anexo C y no se ha avanzado ni un centímetro. Brasil se sigue llevando todos los días los excedentes energéticos paraguayos a precio casi simbólico y las tratativas están suspendidas, insólitamente, por decisión unilateral de Paraguay.
Gobernar es una tarea ingrata. Santiago Peña seguramente piensa que le hacen reproches injustos y que no recibe los reconocimientos que se merece, pero él asumió un compromiso con la Patria y la alta responsabilidad de administrar el Estado. Que deponga la soberbia, que salga de la burbuja, que “escuche las críticas” de sus compatriotas y que empiece a cumplir.