Entre el humo y los sueños

En el departamento de San Pedro, la educación arde, pero no se apaga. En Yaguareté Forest, distrito de Santa Rosa del Aguaray, falta todo, pero sobran las ganas. Los niños encienden su futuro con fogatas, no solo para mitigar el frío, sino también para forjar el sueño de una patria más justa, humana, digna.

La Escuela y Colegio República del Paraguay es un símbolo de resistencia y de esperanza. Hace 21 años, los padres comenzaron construyendo aulas de madera con sus propias manos. Hoy, esos espacios fueron clausurados por peligro de derrumbe. Pero lo que no se derrumba es el espíritu de lucha de esta comunidad, que aún sin respuestas del Estado, sigue estudiando, gestionando, reclamando y soñando.

El director de la institución, con valentía, interrumpió un acto oficial hace un año para pedir al presidente de la República algo tan básico como aulas dignas. No hubo respuestas. Pero no se rindieron. Tomaron la institución, alzaron sus voces, y gracias a sus movilizaciones, hoy hay dos aulas en construcción, que prometen entregar la gobernación y la municipalidad a vuelta de vacaciones de invierno.

Mientras tanto, recibieron los famosos pupitres “chinos”, pero las clases continúan al aire libre, entre pasillos, bajo árboles, en una vieja cocina de madera, y al lado del fuego. En estos días de frío extremo, faltar no es opción. Estudiar, aún en la precariedad, es un acto de resistencia.

Estos niños valientes estudian con fervor y patriotismo. Entonan nuestro himno nacional en guaraní, con más fuerza que nunca.

Nos recuerdan a la canción “Patria Querida”: “Patria querida, somos tu esperanza, somos la flor del bello porvenir…” Y para cada gobernante de turno, el clarín de la batalla suena con fuerza, llamándolos a cumplir su gran deber patriótico: mirar al pueblo, al niño, al interior profundo que no puede seguir esperando.

Esta dura y triste realidad educativa debe ser una prioridad nacional. Mientras el presidente Santiago Peña habla de un Paraguay maravilloso (para ellos), la gente humilde, el pueblo real, sigue esperando un país verdaderamente equitativo.

Invitamos a esa desgastada y sinvergüenza clase política a reflexionar en las palabras del poeta Carlos Miguel Giménez: “Patria que no tenga hijos desgraciados, ni amos insaciados que usurpan sus bienes... huerto con fragancias de fueros humanos”. Que algún día, entre todos, podamos construir esa patria soñada. Que no sea solo letra, sino realidad.

omar.acosta@abc.com.py

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