Luego vino la exposición y bendición con el Santísimo, así como la hermosa procesión por las calles, que, lastimosamente, se ha perdido en varias partes.
Con estas manifestaciones queremos proclamar nuestra fe inalterable en la presencia real de Cristo en la Hostia consagrada.
Esta presencia viene justamente de su Palabra creadora y todopoderosa que sostiene: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo... Beban todos, porque esta es mi sangre, la sangre de la nueva Alianza...” (Mt. 26). Esta presencia se mantiene en cuanto se conservan las características químicas de cada especie.
Debemos aprender a amar y respetar más al Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo, participando a cada domingo de la misa, sin jamás perder este feliz encuentro por causa de la desorganización, pereza o vanidades del mundo.
Es lindo participar toda la familia, y si hay visitas, vamos a invitarlas a que se vayan también.
El Evangelio de este domingo es el de la multiplicación de los panes, cuando a cierta altura leemos:
“Jesús katu he’i ichupe kuéra: –Pemongaru peê”. Este es un mandamiento del Señor: “Denles ustedes mismos de comer”.
Resulta que el cuerpo humano es sagrado, ya que fue creado por Dios, redimido por Cristo, es morada del Espíritu Santo y está invitado a la gloriosa resurrección final.
“Denles ustedes de comer” es una orden contra el materialismo que azota nuestra sociedad, donde hay la tentación de poco o nada interesarse por los seres hambrientos y excluidos. Pero no necesitamos solamente de comida para el estómago, también precisamos de empleo, vivienda, medicinas, transporte y seguridad en las calles.
Asimismo, necesitamos del pan para el corazón y para el alma, que es el afecto, la fe, el diálogo, el respeto, la caridad, en fin, virtudes que nos acercan a Dios.
En ambos casos, la presencia de Jesús y el compartir humano hacen verdaderos milagros, pero notemos la importancia de nuestra colaboración: de un lado, aquel que tenía los cinco panes y dos peces y, de otro, la obediencia de los apóstoles delante del mandato del Señor.
En la Fracción del Pan –la Eucaristía– Jesús se hace presente en nuestra vida para que no estemos ausentes en la promoción humana de nuestros semejantes, colaborando para que tengan el pan del estómago y el pan del corazón.
Paz y bien