Por Blanca Lila Gayoso
blila. gayoso@hotmail.com
La educación con amor, con respeto y compresión es la que sirve como norte, como brújula para no errar e ir por la senda incorrecta. Los que enseñan con el corazón, dando cuidado, acompañamiento y contención, son los verdaderos héroes y maestros que forman nuevas personas, con enfoques humanos para batallar ante todas las situaciones que plantea la sociedad de hoy.
Lo ocurrido con la adolescente en Coronel Oviedo, nos plantea a todos a buscar una nueva pedagogía, un nuevo enfoque a estos hechos crueles y violentos, que se pueden evitar si todos colaboramos y tenemos verdadera voluntad para realizar los cambios. Las instituciones del Estado, llamarse ministerios, escuelas, fiscalía.
Defensoría de menor y de adolescencia y Codeni, no pueden permanecer con los brazos cruzados, ya que sucederá otro hecho y la gente se olvidara del caso María Fernanda. Urge que el parlamento y la justicia, vean la forma de crear nuevas leyes más eficaces y rápidas, acorde a la realidad que está viviendo la sociedad. Esta horrible noticia ya llego a todas partes del mundo, lo que la gente, no puede creer tanta crueldad en la mente del ser humano. Ojalá que no olvidemos pronto este suceso, permaneciendo insensibles y diciendo qué barbaridad, qué barbaridad.
Con eso no solucionamos nada.
Me pregunto si después de lo ocurrido, los papás y mamás, hayan hablado con sus hijos adolescentes, abriéndoles los ojos para conducirse con mucho cuidado con sus relaciones. No se tienen que cansar de debatir y escuchar a los hijos y las hijas. Les conocemos muy bien a los chicos y es importante saber donde están y quiénes son sus acompañantes. Las horas que salen y que vuelven. Abandonarles a su suerte, es lo peor que podemos hacer. Tantas horas en el celular, no es recomendable. No sabemos qué material miran. Y si eso no afecta la salud mental y emocional. No podemos ni imaginar como un chico de 17 años puede pergeñar un crimen tan espantoso. Algo falló en su psiquis, algo lo volvió violento, algo falló en la educación que le dieron. Por eso, si colaboramos todos, podemos evitar próximas víctimas. Las adolescentes necesitan una formación más cristiana, con profundos valores morales.
No puede ser que haya una sexualidad tan precoz y permisiva, puesto que la inmadurez física y psicológica trae consecuencias no deseadas. Porque no volvemos como en tiempos de nuestras abuelas, que teníamos que terminar nuestros estudios para tener novio y pensar en casamiento. Porque no decir a la jovencita que la mujer es un ser sublime y que su cuerpo y vida valen oro y que no debe permitir que nadie los profane. Nuestro cuerpo es sagrado y es el templo del Espíritu Santo. Es un tesoro que habla mucho de nuestra persona. Porque a papá y mamá, le es tan difícil educar de esta manera para proteger a sus retoños. Sabemos que la alimentación les hace desarrollar sus cuerpos antes de tiempo. Saquemos esos alimentos con hormonas.
Sabemos que hay alcohol, pastillas y drogas, eliminemos también eso. Sabemos que la moda que incita al deseo está a la orden del día. Sabemos que las imágenes sensuales y sexuales, predominan en todas partes. Saquemos también eso de la vista. Como seres conscientes y responsables, eduquemos poniendo límites. No puede ser que los chicos tengan 24 hs sin hacer nada. Pueden estudiar, investigar, hacer deportes, arte, literatura, teatro. Las chicas pueden hacer manualidades, crochet, forrar termos, limpiar la casa, hacer huerta o cuidar el jardín. No puede ser que se pasen por el shooping, por las discotecas, amaneciendo quién sabe dónde. No puede ser eso.
Perder la autoridad como padres es lo peor que ha ocurrido. Si hay que cambiar la ley cambiemos, pues, señores legisladores. Señores ministros de salud, juventud, educación y salud. Hagan algo por los adolescentes de este país, porque de ellos es el futuro y si no hacemos algo en la educación, no tendremos ni un cambio. Más bien, iremos hacia atrás como el cangrejo y eso a nadie le conviene.