Nosotros tenemos ahora una situación institucional que hay que revisar a la luz de la definición del diccionario: Algunos patéticos políticos que han estado integrando los gobiernos de nuestra República han firmado en nombre nuestro unos acuerdos internacionales que enajenan nuestra gobernanza.
Por ejemplo, las convenciones relativas a la protección de la niñez y la adolescencia, de la mujer, del racismo, del ambiente, de la salud, de la educación y así.
Aquellos patéticos políticos han firmado este tipo de acuerdos con respecto a las Fuerzas Armadas, a la Policía Nacional, al Ministerio Público, a la Corte Suprema de Justicia, a los ministerios del Poder Ejecutivo, a la Contraloría General, a la Defensoría del Pueblo.
Y han firmado este tipo de acuerdos también con respecto al sector financiero y lo hacen en cada crédito que se contrata que contiene disposiciones sobre nuestro ordenamiento productivo, social o ambiental.
Estas convenciones y acuerdos, con Naciones Unidas, con el sistema multilateral de crédito y con la dictadura autodenominada “Unión Europea” han estado todas, cien por ciento, todas, elaboradas por organizaciones no gubernamentales instruidas por el Foro Económico Mundial (globalismo) y suponen, a todos los efectos prácticos, someter el manejo de nuestros asuntos a control exterior.
Con la dictadura autodenominada “Unión Europea” la cosa es todavía peor, pues ella reivindica ya, después de todo lo que pudo avanzar en el manejo de nuestros, el control de nuestra producción y de nuestro marco regulatorio con sus normas, tales como la R1115 para nuestro sector primario, o su marco de ciberseguridad.
Lo anterior supone, a todos los efectos prácticos, someter el manejo de nuestros recursos a control exterior. Nuestros asuntos y nuestros recursos se encuentran sujetos a control exterior por firmas que algunos patéticos políticos han prestado en nuestro nombre pero sin nuestro consentimiento.
Nos han puesto en una situación que se enmarca total y completamente en la definición con que el diccionario sintetiza el concepto “colonialismo”. Nos han llevado de la Independencia a la dependencia y después, muchos de estos traidores cipayos, se han ido, vía puerta giratoria, a integrar las organizaciones no gubernamentales a las que en realidad servían mientras se disfrazaban de funcionarios paraguayos.
Esta es nuestra situación ahora. No podemos legislar sobre penas para menores que asesinan sobre adultos. No podemos legislar sobre liberar a la banca de requerimientos “reputacionales” políticamente decididos fuera de nuestro país. No podemos legislar sobre uso de tierras. No podemos construir Corpus. No podemos explorar petroleo.
Hemos perdido nuestra Independencia. Y debemos recuperarla. Pero para ello hay que expulsar a los globalistas de todas nuestras instituciones y hacerlo sin pedir disculpas.