Debemos subir al cielo

Celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor.

Jesús Resucitado subió al cielo después de pasar cuarenta días manifestándose a sus apóstoles y a otras personas. En verdad, Él volvió al cielo, de donde había salido para cumplir la voluntad del Padre: reconciliar y recuperar la humanidad para Dios.

Con el amor revelado en su pasión, muerte, Resurrección y ahora, Glorificación, Él nos abrió las puertas del cielo, motivando a todos a no apegarse a las cosas pasajeras de la tierra, sino a trabajar por los bienes eternos.

“Subir al cielo” no es algo que se da automáticamente, ni es demasiado obvio. Justamente por esto Él nos promete la fuerza de lo alto, que es el Espíritu Santo, aquel que ennoblece nuestras motivaciones y actitudes.

Cuando la persona va modelando su corazón con sentimientos de honestidad, entonces pasa a ser un testigo de Jesucristo, que es lo que Él tiene el derecho de esperar de nosotros. Ser testigos no solo en Jerusalén, sino también en Asunción, San Lorenzo, Ciudad del Este, en fin, en todo el Paraguay. Existe una realidad que menoscaba la dignidad del ser humano, que es la codicia desleal de algunos poderosos del país, que manosean el estómago y el cerebro de mucha gente.

Junto con eso, la alarmante resignación de una población que se deja manipular y rapiñar en sus derechos, que es inconstante en sus reclamos de justicia y cae estúpidamente en la vieja y eficaz trampa del “pan y circo”, y de la farra y butifarra.

Esto no es “subir al cielo”, pero infelizmente, bajar al infierno de una sociedad deshumanizada.

Sin embargo, ahora es el momento de cambiar, pues la Ascensión de Cristo demuestra nuestra futura ascensión, siempre y cuando estemos unidos a Él. El Señor nos bendice con sus dones, de modo que seamos capaces de purificar nuestro corazón y ser personas más dinámicas.

En esta fiesta también celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que es la oportunidad para reflexionar qué sentido crítico tenemos delante de los medios masivos de comunicación, pues para “subir al cielo” no podemos ser esclavos de la “tiranía de las pantallas“: del celular, de la TV y del computador. Podemos mejorar nuestra realidad, especialmente si sabemos hacer como los apóstoles que “permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios” y llevamos esta energía para enfrentar la corrupción impune que nos abofetea de varias formas.

Asimismo, hoy comienza la semana de “Oración por la Unidad de los Cristianos”.

Paz y bien.

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