Fue el pasado 2 de mayo durante un ajetreado cruce de pasillos entre ABCTV y la Redacción central.
Estaba yo confiada que llegaría aquel con rasgos de Juan Pablo II y que tuvo directa participación con el difunto Francisco en el nombramiento de futuros obispos. Le digo ahora a Evepé que mi fuente fue una gaviota romana y él hasta pensaría algo relativo a la cristalomancia. Quedaría como anécdota despúes. Pero pasemos a lo que importa.
De alguna manera este último cónclave y su posterior resultado abrió espacios de debates de asuntos que quedaron ciertamente postergados y hasta podríamos decir olvidados.
No sé ustedes, pero tras la celebración con el alma al escuchar que Robert F. Prevost asumía como pontífice tocó revisar y chequear datos con urgencia sobre lo que se venía.
“Pensé tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero la principal es porque el papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum Novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”, confirmó ayer el nuevo líder de la Iglesia Católica y jefe del Estado Vaticano.
Sobre la encíclica, aunque su lectura es lenta, va un “spoiler”: pareciera que fue escrita hace un par de años, aunque data de cientos. Totalmente aplicable al contexto actual.
Entonces, en un país donde una gran mayoría de la población es católica, pero padece de profundas desigualdades sociales y el cáncer de la corrupción, vale preguntarse: ¿qué podría significar esto a futuro en Paraguay?
Si repasamos la historia encontraremos que la Iglesia paraguaya -como pocas instituciones lo saben hacer- se mantiene de alguna manera cerca del poder político, pero también con las causas sociales. Su papel de mediadora en conflictos recobraría importancia bajo impulso del nuevo pontífice.
Mientras el planeta navega entre la incertidumbre y polarización, desarrollo tecnológico a pasos agigantados y reclamos populares, a nivel local este pontificado de León XIV podría marcar nuevas huellas en el plano político, apurando medidas más inclusivas e influyendo en debates; y en lo pastoral buscando la revalidación de la fe. Pues no se trata solo de algoritmos, sino de dignidad humana.
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