Un papable y la corrupción

Sentado en un café de Roma, el arzobispo de Rabat, Cristóbal López, español nacionalizado paraguayo, se refirió a la corrupción, “esa gangrena que desde hace décadas, por no decir siglos” nos está corroyendo en el Paraguay. La reflexión de uno de los candidatos a ocupar la silla de San Pedro nos habla de una situación normalizada y que nos tiene en un callejón sin salida del que, al parecer, ni Dios nos puede sacar.

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A los ojos de la historia, la relación entre el papado y Paraguay no ha sido muy fluida, pero tuvo momentos significativos que influyeron en nuestra vida religiosa y política. En 1988, el papa Juan Pablo II nos visitó siendo el primer pontífice en hacerlo, y canonizó a San Roque González de Santa Cruz, el primer santo paraguayo, en una misa ante 400.000 personas en Ñu Guasu. La visita fue también un momento de reflexión sobre la situación política del país, ya que el Papa expresó críticas hacia la dictadura de Alfredo Stroessner.

En 2015, el papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, realizó una visita apostólica a Paraguay. Durante su estancia abordó temas como la justicia social, la pobreza y el cuidado del medio ambiente y deslizó críticas al gobernante de entonces. Además, en 2022, Francisco nombró al primer cardenal paraguayo, Adalberto Martínez, un gesto que nos posicionó en el centro de la atención eclesiástica y la política vaticana.

En este contexto, las declaraciones de Cristóbal López tienen no solo una carga religiosa, ya que reflejan la gravedad de la corrupción y su impacto en la sociedad (nepobabies, hospitales de la muerte, binacionales sin transparencia, etc.). “La Iglesia en Paraguay está en todos lados, pero luego el país está lleno de corrupción, de injusticias sociales, de injusticias económicas…” enfatizó López.

En esa línea, en marzo pasado la Conferencia Episcopal Paraguaya emitió un comunicado en el que expresó su preocupación por las denuncias de tráfico de influencias y el poder del narcotráfico. “La corrupción busca manipular y debilitar el sistema democrático, en favor del lucro malhabido de personas y grupos de poder egoístas”.

Aunque por siempre y para siempre será un misterio la razón del ninguneo del presidente Santiago Peña a los funerales del papa Francisco, es más que claro que escuchar “ciertas verdades” no dio como para buscar denodadamente una silla en la Plaza de San Pedro, como lo hizo en Washington en enero pasado, pero sin éxito.

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