Secretos y revelaciones por todos conocidas

La historia que procuran vender los cartistas de cómo, supuestamente, se montó una conspiración por parte de autoridades del anterior gobierno colorado, encabezado por Mario Abdo Benítez, junto con el entonces embajador de Estados Unidos Marc Ostfield, para hundir al líder de Honor Colorado Horacio Cartes es sorprendente.

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Los cartistas se cuidan de involucrar al Gobierno de los Estados Unidos y se centran en adjudicarle una responsabilidad personal a su entonces embajador. Resulta muy difícil imaginar un embajador norteamericano operando por su cuenta contra una organización política o contra un político en particular de otro país, sin la venia de su Gobierno.

El senador Gustavo Leite, según publicación de un medio del grupo cartista, instó al Departamento de Estado de los EE.UU. a realizar una investigación interna sobre esta presunta conspiración que involucra a su embajador, recomendación que seguramente será tenida muuuy en cuenta.

Ostfield, según ellos, sería como una especie de agente del mal instigado por motivos personales y no un funcionario que actúa de acuerdo con el Departamento de Estado del cual depende.

Lo curioso es que las cartas de Ostfield dirigidas a sus superiores, supuestamente filtradas por la organización “Distributed Denial of Secrets” y que, según la interpretación de los cartistas, prueba la complicidad de Mario Abdo Benítez y Ostfield contra Cartes, no refieren nada tan extraordinario.

Una de las informaciones que Ostfield habría remitido a su Gobierno se refiere al supuesto soborno de Cartes a más de 30 parlamentarios.

La mayoría de los periodistas que estuvieron en la cobertura parlamentaria durante el periodo cartista conocía esta versión por fuentes de los mismos legisladores. Si nunca se llegó a publicar formalmente (aunque sí como trascendido), fue sencillamente porque no había pruebas (pero tampoco dudas, como suele decirse).

Otra supuesta “revelación” de Ostfield fue que la pérdida de investidura de la exsenadora Kattya González fue impulsada por Cartes, algo que el senador Silvio Ovelar reveló en su momento, al confirmar que la decisión se tomó en el quincho de la calle España, votación de por medio, en la que “el líder” votó a favor (de la expulsión) y, obviamente, la mayoría lo acompañó.

En realidad, todas las cosas que Ostfield le habría informado a su Gobierno son cuestiones que las personas que siguen las informaciones políticas manejaban y manejan, como el hecho de que “Cartes es el verdadero poder en Paraguay”.

Asombrarse porque Ostfield trate de “nuestro aliado” a Abdo es una gran hipocresía. La política exterior de Paraguay siempre, incluso durante el stronismo, estuvo ligada a los intereses de los Estados Unidos. Ahora mismo, Santiago Peña hace ingentes esfuerzos por agradar a la potencia del Norte sin con ello conseguir un indulto para su mentor, Cartes, algo que quizás, en parte, explique la molestia del actual presidente del Partido Colorado con su ahijado político.

Aún puede ocurrir que el mismo movimiento Honor Colorado termine criticando o inclusive desplazando a Peña del poder, si es que este termina de desbarrancar su imagen en los próximos meses. Esta cuestión no importunará, seguramente, a Cartes, quien, inclusive en caso de perder las internas, no dudará en acordar con el que gane para seguir manteniendo su cuota de poder en el Paraguay... siempre que se lo permitan.

mcaceres@abc.com.py

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