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La empresa Colossal Biosciences mostró a Rómulo, Remo (machos) y Khaleesi (hembra), tres cachorros huargo -que nos recuerdan a los guardianes de la Casa Stark en Game of Thrones-. Pero, esta “desextinción” ¿es un avance hacia un futuro donde la extinción es reversible, o un paso hacia un zoológico de quimeras? se preguntan los expertos.
A saber, la tecnología llamada CRISPR permitió a los científicos esculpir células de lobo gris moderno para crear embriones que se desarrollaron en perras domésticas. El resultado, un lobo con el sello distintivo del huargo ¿es este un paso hacia la conservación de especies en peligro, o un peligroso juego con la naturaleza?
La sombra de la oveja Dolly -primer mamífero nacido por clonación en 1996-, se alarga sobre este debate. Su nacimiento fue un hito, pero su envejecimiento prematuro, una advertencia. Desde entonces la clonación avanzó bastante pero, no es menos cierto, que persisten las áreas grises.
En ese contexto, la historia nos enseña también que la arrogancia puede ser un veneno. La introducción de un depredador extinto podría desencadenar consecuencias imprevistas en los ecosistemas delicados. El lobo huargo, un cazador de megafauna, ¿encontraría su lugar en un mundo donde sus presas se han desvanecido?
En última instancia, el regreso del lobo terrible nos confronta con nuestra propia naturaleza, con nuestro poder para moldear el destino de la vida en la Tierra. La desextinción -aunque para algunos no lo es- del “guardián de la Casa Stark” plantea preguntas sobre nuestra relación con la naturaleza y nuestro papel en la conservación de la biodiversidad.
¿Estamos preparados para asumir la responsabilidad de moldear el destino de la vida en la Tierra? ¿O estamos jugando con fuego, sin considerar las consecuencias a largo plazo? La respuesta solo la conoceremos con el tiempo, pero una cosa es segura: el regreso del lobo terrible es un recordatorio de que nuestra capacidad para influir en la naturaleza es mayor que nunca. Un poder que debe ser ejercido de manera responsable, un desafío incluso más grande que la desextinción.