Juegos del “Hambre Cero”

Con el inicio del ciclo escolar, el Gobierno Nacional empezó a jugar con el hambre de los más desprotegidos, los niños. Lo peor es que, para sorpresa de nadie, el programa estrella no pasó de ser un fiasco más que beneficia a empresas irresponsables con millonarios contratos.

El primer día de clases se destapó la olla que expidió el fétido olor de la desidia histórica del Gobierno con el interior del país. La carente y hasta miserable presentación de la merienda escolar es un claro reflejo del poco interés que tienen nuestras autoridades en eliminar el hambre en las escuelas.

Como si fuera un chiste de mal gusto, llegaron paquetes vacíos. No fue suficiente con la ya austera presentación de 30 g, que muchos de los envoltorios llegaban a pesar 10, 15 o a lo sumo 20 g. Como si no fuera suficiente, las unidades vienen justas una para cada estudiante.

La forma mafiosa en que actúan las autoridades locales para localizar y recriminar a docentes que hablan con la prensa, solo confirma el gran negociado que hay detrás de este deplorable proyecto. El fin es noble, pero es ruin disfrazar una tragada de plata con un humanístico programa que busca eliminar la carencia de las familias más necesitadas en nuestro país.

Cuanto menos, es indignante la situación, que amerita una intervención urgente de las autoridades. No obstante, como nos tiene acostumbrados este gobierno irresponsable, exige “reclamos formales” a la par que obliga a mantener silencio a los responsables de este proyecto.

Docentes de cientos de escuelas de Itapúa se encuentran entre la espada y la pared, con el temor de hablar pero con el reclamo de los pequeños que sufren la indiferencia del Estado.

Lo más doloroso es que nuestros representantes se embanderen con este programa, que no hace más que graficar la desorganización de las instituciones responsables.

En el séptimo departamento, de 566 escuelas de Educación Escolar Básica que son beneficiadas con el programa Hambre Cero, alrededor de 340 no tienen cocina-comedor. Esto significa que estos estudiantes comen en las aulas, pasillos, debajo de tinglados o árboles.

La única excusa que se le ocurrió al ministro de Educación, Luis Ramírez, fue decir que “es pedagógico” almorzar en las aulas.

Ahorrarse el trabajo de identificar las regiones más vulnerables para fortalecer este tipo de programas, intentar hacerlo general sin tener en cuenta las necesidades puntuales de las regiones, hace que este “experimento” del Gobierno Nacional, cause más hambre del que quiere eliminar.

Parece una analogía exagerada, pero para muchos estudiantes, empezaron los Juegos del “Hambre Cero”.

sergio.gonzalez@abc.com.py

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