IA en París: una carrera geopolítica

La reciente cumbre de Inteligencia Artificial (IA) en París no fue solo un evento diplomático, sino el pistoletazo de salida para una carrera tecnológica de alto impacto geopolítico. Tres grandes jugadores se disputan la delantera: Estados Unidos y China, potencias tradicionales, y la Unión Europea, que busca consolidar su influencia con una estrategia basada en regulaciones y una IA “más humana.” Pero, ¿qué significa este escenario para países pequeños como Paraguay?

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Estados Unidos apostó fuerte, anunciando una inversión público-privada de US$ 500.000 millones en IA, con la clara intención de mantener su liderazgo en el sector. Europa, por su parte, destinará US$ 200.000 millones a un desarrollo tecnológico con mayor control normativo, un enfoque que ha generado escepticismo. No es casualidad que el vicepresidente estadounidense, JD Vance, presente en la cumbre, criticara con dureza la postura europea, argumentando que las regulaciones excesivas podrían asfixiar la innovación. “Necesitamos reglas para que la IA avance”, afirmó el presidente francés Emmanuel Macron. Sin embargo, para Vance, las normas estrictas son un freno.

Mientras tanto, China sigue avanzando sin restricciones. Su modelo de IA de bajo costo, DeepSeek, ya ha sacudido los mercados bursátiles de EE.UU., afectando incluso a gigantes como Nvidia. En esta competencia, Beijing muestra que su apuesta por una IA sin límites regulatorios puede ser una ventaja estratégica en la reconfiguración del poder global.

Un actor silencioso en este debate es la India. Aunque no fue protagonista en la cumbre, su primer ministro, Narendra Modi, abogó por una IA responsable e inclusiva. Su postura quedó reflejada en la declaración final del evento, que paradójicamente no fue suscrita por EE.UU. ni el Reino Unido, evidenciando la falta de consenso internacional.

Para países como Paraguay, este escenario plantea dilemas cruciales. La disparidad entre modelos regulatorios complica la toma de decisiones y genera incertidumbre sobre qué camino seguir. No se trata solo de tecnología, sino de alinearse con estrategias políticas y económicas que pueden condicionar el futuro del desarrollo digital en la región.

Sin embargo, no todo es incertidumbre. La cumbre de París también abre oportunidades. Las inversiones masivas en IA pueden traducirse en cooperación tecnológica, transferencia de conocimientos y capacitación, elementos clave para que países en desarrollo no queden al margen de esta revolución. El desafío ahora es definir cómo aprovechar esta coyuntura sin perder soberanía ni quedar atrapados en una guerra de titanes.

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